miércoles, 10 de julio de 2019

LEONARDO DA VINCI • SEGUNDA PARTE


Retrato de Leonardo por Francesco Melzi, 1510. Castillo de Windsor

En 1496 llegaba a Milán Luca Pacioli. Leonardo se hizo inmediatamente amigo suyo y diseñó las planchas para su Divina Proportione.


Poco después, en 1498, Leonardo pintó los asombrosos frescos del Castillo de los Sforza.

  Castillo Sforza, aspectos parciales

Castillo Sforza



Sala delle Asse, del castillo Sforza, de Leonardo da Vinci. Detalles.

Los frescos delle Asse, mal conservados y, al parecer, mal restaurados, a finales del siglo XIX, aún aparecen como un gran compendio de ingenio y creatividad, especialmente por la singular adaptación de la pintura a las condiciones de la sala, de la que parece formar parte naturalmente.

En 1499, cuando las tropas de Luis XII de Francia tomaron el ducado de Milán, destituyeron a Ludovico Sforza, que huyó a Alemania, junto a su sobrino el emperador Maximiliano I. Su estatua ecuestre de arcilla fue destruida por los franceses, que la utilizaron como diana para sus prácticas de tiro. Poco después, Luis XII reivindicó para sí los derechos a la sucesión de los Visconti

El monarca francés se propuso -inútilmente-, cortar del muro en el que estaba representada La Cena, para llevársela a Francia -lo mismo, según parece, que pretendería, años después, Napoleón Bonaparte-, con el mismo resultado.

Tras la caída de los Sforza, Leonardo entró al servicio del Conde de Ligny, Louis de Luxembourg, quien le pidió que preparara un informe sobre el estado de las defensas militares en Toscana. Pero el inesperado retorno de Ludovico Sforza, obligó a Leonardo a escapar a su vez, de Milán, en febrero de 1499, en compañía de su ayudante Salai, refugiándose, primero, en Mantua y después, en Venecia, donde casi inmediatamente, fue empleado como arquitecto e ingeniero militar, con el encargo de reforzar las defensas de la ciudad. 

Leonardo elaboró diversos métodos en previsión de un ataque naval por parte de los turcos, entre los que destaca la invención de una escafandra de buceo. Pero los turcos no atacaron y los ingenios nunca fueron empleados. 

A finales de abril de 1500, ya estaba de vuelta en Florencia, donde se dedicó a estudiar las corrientes de agua del Friul, pensando en un proyecto para elevar el curso del Isonzo -que, procedente de Eslovenia, desemboca en NE de Italia-, por medio de esclusas.

Después estuvo en Mantua, en compañía del matemático franciscano, Luca Pacioli. Al parecer, su encantamiento con la matemática, le hizo olvidar completamente la pintura.

Luca Pacioli con hábito franciscano y su alumno Guidobaldo I de Montefeltro (1495). Atribuido a Jacopo de' Barbari. Museo de Capodimonte. Nápoles. 

Paisajes reflejados en el vidrio.

En 1501 Leonardo recibió general reconocimiento por el esbozo preparatorio de “La Virgen, el Niño Jesús, con Santa Ana y San Juan Bautista”. La obra provocó tanta admiración que “hombres y mujeres, jóvenes y viejos” iban a verla “como si participaran en un gran festival”.

La Virgen, el Niño Jesús, con Santa Ana y San Juan Bautista. Louvre

Tras una breve estancia en Roma, en la Villa de Adriano, en Tívoli, trabajó en “La Madonna de la rueca”, para Florimond Robertet, secretario de Estado de Luis XII de Francia.

Col. Privada. N. York, USA

En 1502 Leonardo fue llamado por el príncipe César Borgia, duque de Valentinois e hijo del papa Alejandro VI, quien le adjudicó el título de “Capitán Ingeniero General”. 

Un vaso de vino con César Borgia. 1893, de John Collier. 
Museo y galería de arte de Ipswich.

Gracias a un salvoconducto de César Borgia, Leonardo permaneció en Marches y la Romaña con diversos encargos, como inspeccionar los territorios conquistados, las fortalezas y los canales; levantar planos y dibujar mapas de las ciudades. Leonardo llenó cuadernos con múltiples observaciones, mapas, croquis y copias de obras consultadas en las bibliotecas de las distintas ciudades.

Es posible que entonces conociera a Nicolás Maquiavelo “espía” de Florencia, también al servicio de los Borgia; de hecho, ambos trabajaran en el proyecto de desvío del Arno.

Nicolás Maquiavelo, de Santi di Tito. Palazzo Vecchio. Florencia

El 18 de octubre de 1503 volvió a Florencia como ingeniero de guerra. Diseñó, sobre todo, arcabuces, pero también, una bombarda recargable por la culata, e ingenios de asedio, como la catapulta, el mortero o la ballesta gigante.


Actuó asimismo como arquitecto e ingeniero hidráulico y se volvió a inscribir en el Gremio de San Lucas, dedicando dos años a preparar y realizar La Batalla de Anghiari (1503-1505), un gran fresco de 7 x 17 m., al mismo tiempo que Miguel Ángel realizaba La Batalla de Cascina en la pared opuesta.

Leonardo da vinci, Batalla de Anghiari (Tavola Doria). Uffizi

Las dos obras se perdieron; la de Miguel Ángel se conoce por una copia de Aristóteles de Sangallo, de 1542, y la de Leonardo es conocida solamente por los bocetos preparatorios y algunas copias de la sección central, de las cuales, la más conocida es probablemente la de P.P. Rubens. El fuego utilizado para secar la pintura, alteró gravemente la obra, que más tarde, fue cubierta por un fresco, casi con seguridad, de Giorgio Vasari.

La Batalla de Anghiari. Copia de P.P. Rubens

Rubens recrea “La lucha por el estandarte”; la parte central del fresco de da Vinci.
De izquierda a derecha estarían aquí representados:
Francesco Piccinino (condottiero); Niccolò Piccinino (condottiero); Ludovico Trevisan (prelado) y Giovanni Antonio Del Balzo Orsini (noble).

El boceto/estudio, de Leonardo

Leonardo fue consultado como experto, para estudiar la estabilidad del campanile de San Miniato al Monte, y para decidir el emplazamiento del David de Miguel Ángel, resultando, en todo caso, su opinión, totalmente opuesta a la del autor. 

Fue también en esta época cuando presentó a la ciudad de Florencia su proyecto de desviación del Arno, destinado a crear una vía navegable capaz de unir Florencia con el mar, que evitara los sucesivos meandros que componen su curso. Un desastre.


El Arno a su paso por Florencia

En 1504 volvió a trabajar a Milán, entonces, bajo el dominio de Maximiliano Sforza, gracias al apoyo de mercenarios suizos. Muchos admiradores y alumnos conocieron o trabajaron allí con Leonardo; entre ellos, Bernardino Luini, o de Scapis; Giovanni Antonio Boltrafio y Marco d’Oggiono.

Bernardino Luini / S. Juan Bautista de Boltrafio / y M. d’Oggiono; monumento Leonardo en Milán

Su padre murió el 9 de julio de 1504 y Leonardo quedó excluido de la herencia en razón de su ilegitimidad; sin embargo, su tío le haría posteriormente su legatario universal. El mismo año, Leonardo realizó estudios de anatomía y se propuso ordenar sus innumerables notas.

Fue entonces cuando empezó a trabajar en La Gioconda; entre 1503 y 1506, retomando la pintura entre 1510 y 1515. Todavía se discute esta obra y se siguen manejando diversas interpretaciones sobre la misma.

En 1505, Leonardo se centró en el estudio el vuelo de las aves y redactó el Codex de Turín, también conocido como Códice sobre el vuelo de los pájaros


En adelante, se sucedieron observaciones, experiencias y reconstrucciones. Un año después, el gobierno de Florencia le permitió reunirse con el embajador francés de Milán, Charles d’Amboise, que lo retuvo a su lado, a pesar de las protestas de la Señoría. 

Leonardo estaba dividido entre franceses y toscanos; un tribunal le urgió para que terminara La Virgen de las Rocas con su alumno Giovanni Ambrogio de Predis, pero él ya estaba inmerso en la recreación de la Batalla de Anghiari.

Cuando en 1507 recibió la herencia de su tío, los hijos legítimos de su padre, iniciaron un proceso para anular el testamento. Leonardo recurrió a Charles d’Amboise y a Florimond Robertet para que intervinieran en su favor. Luis XII de Francia estaba en Milán y el artista fue de nuevo encargado de organizar sus fiestas.

En 1508 vivió en Florencia con el escultor Giovanni Francesco Rustici -cuya biografía también aparece en las Vitae de Vasari de 1568-, pero pronto volvió a Milán. 

Rustici. Grabado. German Academy of the Noble Arts of Architecture, Sculpture and Painting, 1675.

En mayo de 1509, Luis XII atacó Venecia. Leonardo iba con él en calidad de ingeniero militar y como tal, asistió a la Batalla de Agnadel / Agnadello, en la que Venecia fue derrotada por los componentes de la Liga de Cambrai, es decir: el papa, Julio II; el citado Luis XII; el emperador Maximiliano I y Fernando II, rey de Aragón. 

Venecia fue entonces despojada de todos sus territorios en tierra firme, que, de acuerdo con el Tratado, fueron repartidos entre los aliados: Maximiliano recibió: Verona, Vicenza, Padua y Friuli; Luis XII: Brescia, Crema, Bérgamo y Cremona; Fernando de Aragón: Otranto; El Estado pontificio: Rímini y Rávena.

Sin embargo, apenas hecho el reparto, reaparecieron entre los aliados las diferencias nunca resueltas, sino ante un interés inmediato, y la Liga se disolvió en 1510.

A la muerte del gobernador Charles d’Amboise, en 1511 y, tras la batalla de Rávena, en 1512, Francia abandonó el Milanesado, pero el período sirvió a Leonardo para profundizar en sus investigaciones científicas, motivado por la obra, de Expedientis et fugiendis rebus, del enciclopédico Giorgio Valla, publicado en 1509. La obra consta de 49 libros sobre Música, Astronomía, Gramática, Economía, Física, Medicina, Poética, etc.

En septiembre de 1513, da Vinci se dirigió a Roma para trabajar a las órdenes de Juliano de Médicis -hermano de León X-. En el Vaticano, trabajaban entonces Rafael y Miguel Ángel y frente al éxito de Sangallo, Leonardo solo recibió modestos encargos y no parece que participara en la construcción de las numerosas fortalezas romanas que se llevaron a cabo, ni en el embellecimiento de la capital. Al parecer su arte pictórico tampoco fue tomado en consideración, lo que le llevó a dedicarse a otra especialidad, que posiblemente, fuera su preferida; la hidráulica, preparando un proyecto de desecación de las Pantanos Pontinos para el duque Juliano de Médicis. 

Caza en los pantanos pontinos. Óleo sobre tela de Horace Vernet. 1833
Nat. Gal. Washington.

En 1514 ejecutó la serie, Diluvios, y describió detalladamente lo que deseaba expresar en ellos, con un lenguaje visionario, acaso de carácter apocalíptico.

Leonardo: Diluvio. Pluma y lápiz. 1517-18. Royal Collection, UK.

El aire era oscuro a causa de la densa lluvia que, descendiendo oblicuamente ante el empuje de los vientos, engendraba ondas por el aire como si se tratara de polvo (con la única diferencia de que tal inundación era atravesada por las rectas trayectorias de las gotas de agua que caían. Su color se teñía del fuego provocado por los rayos que hendían y rasgaban las nubes; aquellas llamas descubrían los vastos piélagos de los valles inundados, que mostraban en sus vientres las inclinadas copas de los árboles. En medio de las aguas se veía a Neptuno con su tridente y a Eolo envolviendo con sus vientos los árboles arrancados, que flotaban y giraban entre las inmensas olas. 
El horizonte y el hemisferio aparecían turbios y encendidos por las llamas de las continuas centellas. Se veían hombres y pájaros en los grandes árboles aún no sepultados por las dilatadas ondas, causa de las trombas que circundaban los inmensos abismos.
Leonardo da Vinci: Tratado de la Pintura
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«Los Médici me crearon, los Médici me destruyeron”, escribió Leonardo, haciéndolos responsables de gran decepción sufrida en Roma, donde dedujo que nunca podría desarrollar sus grandes capacidades. Por otra parte, en Roma se sabía de su inestabilidad, de sus inesperados desánimos, y de su facilidad para abandonar tareas antes de terminarlas. En todo caso, el artista no se sentía satisfecho, pero muy pronto, su vida daría un nuevo giro.
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Castillo de Clos Lucé

Anteriormente llamado el Manoir du Cloux, es una residencia situada en el corazón de Val de Loire, en el centro de la ciudad de Amboise. Concebido en 1471 como bastión del castillo de Amboise, pasó por varias manos antes de ser adquirido por Charles VIII, que lo convirtió en residencia real veraniega. 

En 1516, Francisco I lo puso a disposición de Leonardo, que vivió allí tres años, hasta su muerte, el 2 de mayo de 1519, motivo por el cual fue clasificado entre los monumentos históricos desde 1862, y hoy es un museo dedicado a su celebérrimo ocupante.

En septiembre de 1515, el nuevo rey de Francia, Francisco I, reconquistaba el Milanesado, tras la batalla de Marignano.

Francisco I en Marignano. A. E. Fragonard. Museo de Historia de Francia. Versalles.

En noviembre del mismo año, Leonardo iniciaba un nuevo proyecto de rehabilitación del barrio Médicis en Florencia. 

El 19 de diciembre, el artista fue presentado en Bolonia en una reunión celebrada entre Francisco I y el papa León X. Francisco I le encargó que creara un león mecánico que pudiera andar y cuyo pecho se pudiera abrir mostrando flores de lis. No se sabe cuándo fue concebido el mecanismo, pero su creación pudo estar relacionada con la llegada del rey a Lyon y a las entrevistas de paz entre él y el papa.

En 1516 Leonardo se fue a Francia, con su ayudante artista-pintor Francesco Melzi y con su alumno Salai. Allí, su nuevo protector y mecenas, Francisco I, le ofreció como residencia, el entonces llamado Manoir -Señorío-, du Cloux, hoy castillo de Clos Lucé, propiedad de Luisa de Saboya, la madre del rey.

Franzesco Melzi, autorretrato –supuesto- a la acuarela. Museum Bonnat, Bayona.
Retrato de Salai por Leonardo da Vinci, 1502-1503, óleo sobre panel. Coll. Privée

Leonardo contaba 64 años cuando llegó, y llevaba consigo sus grandes pinturas: San Juan Bautista, la Virgen, el Niño Jesús y santa Ana y La Gioconda

De acuerdo con la leyenda, habría hecho el viaje atravesando los Alpes, a lomos de una mula, aunque hay documentos que lo contradicen. Más bien se cree que viajó en barco y que después siguió a caballo.

Clos Lucé estaba muy cerca del castillo de Amboise, donde habitualmente vivía el rey, que nombró a Leonardo “primer pintor, primer ingeniero y primer arquitecto del rey” con una pensión anual de mil escudos. Es posible que la corte de Francia se interesara más en su faceta de pintor; de hecho, en Francia, consideraban esencialmente su calidad de artista, mientras que en Italia siempre había sido más visto como ingeniero.

Cuando le ofreció residir en el Château de Clos Lucé, Francisco I, dijo al artista: -Aquí, Leonardo, serás libre para soñar, pensar y trabajar. Sin embargo, no fue el primero que recibió tal honor, ya que Andrea Solario y Giovanni Giocondo le habían precedido unos años antes.


Andrea Solari: Retrato de Charles d’Amboise, familiar y favorito de la Corte de Francia.
Fra Giovanni Giocondo: Arquitecto, anticuario, arqueólogo y erudito, muy conocido por haber publicado una de las primeras versiones de «De Architectura» de Vitruvio. Relieve en la fachada de la Loggia del Consiglio a Verona

Leonardo actuó allí como director de escena, organizando para la Corte recepciones y fiestas regias. Influyó en buena medida en la moda y el pensamiento y trabajó en numerosos proyectos para el monarca. En cuanto a Francisco, estaba fascinado por el artista, al que consideraba, además, como un padre. 


Se dice. Incluso, que entre Clos Lucé y Amboise se dispuso un subterráneo –como el que muestra la imagen-, que permitía al rey visitar discretamente a su admirado hombre de ciencia.

Leonardo proyectó y llevó a cabo para la reina Luisa de Saboya, la construcción de una nueva residencia en Romorantin, sobre las bases de un castillo medieval anterior, integrando el curso de un afluente del Cher en La Sauldre.

Torre del castillo de Luisa de Saboya en Romorantin; un vestigio del diseñado por Leonardo.

Los trabajos de derivación, preparación y asentamiento, se produjeron entre 1516 y 1518. Una vez iniciada la construcción, se creó un ala de 70 metros de largo, que quedó interrumpida en 1519, tal vez a causa de la peste, aunque parece más probable que fuera por la enfermedad y muerte del propio Leonardo. Quedó destruida, por otra parte, en 1723. Hoy quedan, además de los planos, en el Codex Atlanticus, numerosos restos de las ruinas del castillo y las ramblas, que hicieron de esta obra inacabada, el modelo para el castillo de Chambord con su famosa escalera, cuyo arquitecto, Dominique de Cortone, visitó a Leonardo en 1518 en Clos Lucé.

Chambord

El techo de la escalera, decorado con salamandra y corona real, visible desde las estancias de Francisco I.

Grabado antiguo y fotografía actual

La escalera tiene 9 metros de diámetro, y va desde la planta baja hasta las intermedias. Está dispuesta en forma de cruz griega y conecta los vestíbulos con la entrada y la salida. Los cuartos son simétricos con respecto a la escalera, que conforma el eje.

Leonardo también proyectó un canal entre el Loira y el Saona, y organizó la fiesta que el rey dio en el castillo de Argentan, en 1517, en honor de su hermana Margarita de Angulema.

Hacia el final de su vida, Leonardo sufrió parálisis parcial. Antonio de Beatis, secretario del cardenal Luis de Aragón, que le visitó en Amboise, habló de las dificultades del maestro y de su necesidad de que los alumnos le ayudaran, si bien, él todavía podía dibujar y enseñar a hacerlo.

El 23 de abril de 1519 Leonardo redactó su testamento ante un notario de Amboise. Pidió un sacerdote y falleció el día 2 de mayo de 1519, a los 67 años, en Clos Lucé.
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La muerte de Leonardo da Vinci en brazos de Francisco I de Francia.
Jean-Auguste-Dominique Ingres. 1818. Petit Palais, Paris.

La tradición según la cual, Leonardo murió en brazos de Francisco I, se basa posiblemente en la interpretación, literal y errónea de un epitafio propuesto por Vasari, en sus Vite, edición de 1550, pero que ya no aparecía en la de 1568; la expresión Sinu regio, que puede más bien significar, bajo la protección real, pero no junto a su pecho, ya que, de acuerdo con los registros diarios de la Corte y otros documentos, Francisco I no pudo encontrarse allí aquel día. 

Fracesco Melzi, que comunicó la noticia a un hermano de Leonardo, tampoco habla de la presencia del rey. Sin embargo, la versión se impuso, dado el carácter, ya entonces legendario de la vida Leonardo, al que se añadiría así una muerte a la altura de la leyenda. 

Otros artistas, quizás menos conocidos que Ingres, también reflejaron el momento imaginario, con especial maestría, haciendo notar, sobre todo, el reconocido gran afecto que el rey de Francia profesaba al genio.

François Guillaume Ménageot (1744-1836). Musée de l'Hôtel Dieu, Beaune


De acuerdo con su última voluntad, sesenta mendigos formaron el cortejo fúnebre hasta la Colegial de Saint-Florentin del Château d’Amboise, donde fue enterrado. 

Hoy se cree que sus restos fueron depositados en 1874 en la Capilla Saint-Hubert, en tierra del Château d’Amboise. La tumba fue reconstruida entre 1934 y 36 por el escultor Francis La Monaca.
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Veinte años después de la muerte de Leonardo, Francisco I dijo a Benvenuto Cellini refiriéndose a él: 

“No ha existido jamás un hombre que supiera tanto como él, y no me refiero tanto a la pintura, la escultura o la arquitectura, sino a la Filosofía.”
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