Santa Marta domando a la Tarasca, pintura del siglo XVIII.
Musée des Arts et traditions populaires.
La Tarasca, forma parte de un mito que tuvo su origen en el sur de Francia y que aparece en la tradición festiva de algunas antiguas ciudades, como la de Toledo, donde, la víspera de la Procesión del Corpus Christi, un cortejo de gigantes y cabezudos del siglo XVIII, acompaña a la Tarasca por las calles.
Tiene cuerpo de sapo, alas de vampiro y cabeza de serpiente, pero en Francia se describe como un ser de seis patas cortas, como de oso, el lomo, como de buey, pero recubierto por un caparazón de tortuga, y cola escamosa rematada por una pinza de escorpión; cabeza de león, orejas de caballo y cara de humano viejo.
Sobre su lomo, va la “tarasquilla” que, en el caso de Toledo, representa a Ana Bolena, si bien, en la fase original, era Marta de Betania la que cabalgaba sobre la bicha que ella misma había domado.
No nos detendremos -todavía- en el sorprendente hecho de que nuestra protagonista, Marta de Betania, la hermana del resucitado Lázaro, viviera en el sur de Francia por entonces, puesto que, según una tradición asentada, los tres hermanos, huyendo de las persecuciones, se habían ido a vivir a Larnaka, en la isla de Chipre, -en la que Lázaro sería obispo de Kition-, porque veremos en primer lugar, lo que reflejan los textos evangélicos en los que aparece Marta, para pasar después a las tradiciones más legendarias.
Tarasca, es decir, Tarasque, es hoy el topónimo de la localidad de Tarascón, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, en Francia, y proviene, naturalmente, de la criatura mitológica de la leyenda de santa Marta.
La Tarasca, pues, apareció en la villa, y devoraba a sus gentes, pro salía indemne de todos los intentos de acabar con ella, hasta que, un buen día, Marta salió en su busca, la domó, y volvió a la ciudad con ella amansada.
Los habitantes de la zona, que, al parecer, no terminaban de fiarse de la bicha, esa misma noche, la mataron, sin que se resistiera. Marta, al saberlo, se dirigió a ellos y les explicó, cómo la había domado con la ayuda de Dios, lo que dio como resultado que muchos de ellos se hicieran cristianos después de oírla. Pero, además, arrepentidos de haber dado muerte a un monstruo que ya no lo era, decidieron honrarlo dando su nombre a la localidad, que, desde entonces, se llamó Tarascón.
Tarascón: Comuna y población de Francia, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, departamento Bocas del Ródano, en el distrito de Arlés.
El Castillo y la Tarasca en el escudo de Tarascón
El Castillo de Tarascón, en la ribera del Ródano
Otro ángulo del Castillo de Tarascón, con el puente sobre el foso.
La tradición se extendió a muchas ciudades europeas y se hizo enormemente popular.
Santa Marta y la Tarasca, Horas de Louis de Laval, 1470/85, Bibliotèque Nationale de France, ms Latino 920, f. 317v.
Santa Marta, atribuido a Jehan Limosin, de principios del siglo XVII, Museo de Bellas Artes de Lyon.
Iglesia de Santa María Magdalena en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume.
Tarasca famosa de la Procesión del Corpus Christi en Madrid en 1663.
Marta, María y Lázaro, tres hermanos de Betania
Pero antes de que Marta apareciera en Tarascón, domando al extraño animal, ya tenía una historia, que aparece en los Evangelios. En cuanto a ella y a su hermano Lázaro, no hay dudas en los textos, pero sí aparecen con respecto a María, que, a lo largo de los siglos, ha sido dotada de muy diferentes características personales, a veces, confusas.
Lo que dice el Evangelio de Lucas:
Cristo en casa de Marta y María. Johannes Vermeer, 1654-1655,
National Gallery of Scotland, Edimburgo.
Cuando Jesús y sus discípulos iban de camino, llegaron a un pueblo donde una mujer llamada Marta le abrió su casa. Tenía una hermana llamada María, quién se sentó a los pies del Señor escuchando lo que él decía. Pero Marta, que estaba ocupada con las tareas necesarias que alguien tenía que hacer, vino a él y le preguntó:
-Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado para hacer todo el trabajo yo sola? Dile que me ayude".
-"Marta, Marta," -contestó el Señor-, "estás preocupada por muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la que es mejor, y no le será quitada."
Jesús en casa de Marta y María, de Tintoretto, Alte Pinakothek, Múnich
Jesús en casa de Marta y María, de Paul Alexandre Alfred Leroy (1860-1942). Musée de Beaux Arts. Francia
Más adelante, se produce la muerte de Lázaro. Juan lo cuenta en su Evangelio como sigue:
Lázaro cae gravemente enfermo en su ciudad –que ahora sabemos que es Betania-, donde vive con sus hermanas; Marta y María –que era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos-. Un comentario que nos crea gran confusión, ya que creíamos que aquella María, la de los ungüentos perfumados, era otra María, que, además, no era de Betania, sino de Magdala, como veremos. El resto de la historia es suficientemente conocido: Jesús se encamina hacia Betania. Cuando llega, Lázaro, ya lleva cuatro días muerto, pero Él lo resucita y la noticia se extiende por toda la zona.
Giotto di Bondone. Basílica San Francisco de Asís
Añade Juan, que seis días antes de Pascua, Jesús volvió a Betania, exactamente a la casa en la que había resucitado a Lázaro. Las hermanas preparan la cena y Marta la sirve.
Después, relata la escena según la cual, María unge los pies a Jesús. Lo hace con un perfume o ungüento, al parecer, muy caro, y Simón –que también estaba a la mesa-, se lo reprocha como un despilfarro, opinión que Jesús contradice, diciendo que, en realidad, le está preparando para su entierro.
Por otra parte, la gente, que acudía a celebrar la Pascua, sabiendo que también llegaba Jesús, se reúne masivamente para recibirlo con palmas, en un homenaje que atrajo a Jesús la inquina mortal de los fariseos.
En lo que respecta a nuestro relato, aquí quedaba planteada la duda: ¿la María que unge los pies a Jesús, es la de Betania, o la de Magdala? O bien, ¿Las dos hicieron lo mismo? Repasemos el relato referido a María Magdalena.
De acuerdo con Lucas, María Magdalena había dado alojamiento a Jesús y a sus discípulos durante su estancia en Galilea. Mediante la acción de Jesús, de ella salieron siete demonios. Después, según Mateo y Marcos, estuvo presente en la crucifixión y en la sepultura, viendo exactamente el lugar donde era depositado su cuerpo. La madre de Santiago, el Menor, estaba con ella. Esto ocurrió el viernes.
Dejaron pasar el sábado, y al amanecer el tercer día, domingo, –de acuerdo con los cuatro evangelistas, se dirigieron al lugar del enterramiento, añadiendo Mateo, que iba también “la otra María”-. Pero, de hecho, es María Magdalena quien llega a la cueva, con el propósito de ungir el cuerpo, pero resulta que el acceso a la misma. que había sido cerrado con una enorme piedra, está abierto y el cuerpo ha desaparecido.
María se queda allí llorando, cuando dos ángeles le preguntan la razón de sus lágrimas. Ella cree que el cuerpo ha sido robado, pero, instintivamente, se vuelve y ve a Jesús, con vida, que, además, se dirige a ella, pero no lo reconoce, y, pensando que es el causante de la desaparición, le ruega que le diga donde ha puesto el cuerpo.
Entonces Jesús la llama por su nombre, e inmediatamente, ella le reconoce e intenta tocarlo; un movimiento que Jesús rechaza –noli me tangere-, pero le encarga que informe a todos de que lo ha visto.
Como es bien sabido, ellos, los discípulos, al principio no solo no la creen, sino que piensan que está loca. Más tarde, se hará patente que ella ha sido la primera testigo de la resurrección y la primera en anunciarlo, siendo, por tanto, la primera apóstol.
“Noli me tangere”, Tiziano, 1512. Nat. Gallery. Londres
Pero, ¿cuál de las Marías era esta?
La tradición católica la identificó como la mujer adúltera a la que Jesús –según Juan-, salvó de ser lapidada, diciendo que tirara la primera piedra el que no fuera pecador; como la que le ungió los pies en Galilea, de la cual no se dice el nombre, y como María de Betania, aquella de la que Jesús dijo que había escogido lo mejor.
Tiziano: Cristo libra una mujer de ser apedreada.
Palazzo Barberini. Roma
El año 591, Gregorio Magno –Roma, 540-604-, declaró en una Homilía: «Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual Juan llama María –la de Betania-, nosotros creemos que es María, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos».
Y así, aquella María que con tanta paz escuchaba a Jesús mientras Marta se ocupaba de todo, pasó de ser la mujer de cuya inactividad se queja María, a la mujer a la que su hermana hace reproches más profundos; un cambio que inmediatamente asumió la iconografía y que se mantuvo durante siglos.
Marta y María. Andrea Vaccaro. 1640. Museo BBAA Pushkin
Andrea Vaccaro, 1670 - Martha and Mary II
Francesco Lupicini - Martha reprocha la vanidad a su hermana María Magdalena. Kunsthistorisches. Viena
A pesar de todo esto, María Magdalena es venerada por la Iglesia católica oficialmente como Santa María Magdalena -aunque desconozco la fecha de la canonización-. Existen múltiples templos en todo el mundo dedicados a ella, además de que hay constancia histórica y documentada, de la devoción que le profesaban personajes históricos, como la reina Isabel I La Católica, o Santa Teresa de Ávila.
Santa Marta -de Betania-, Miniatura flamenca del Breviario de Isabel la Católica. 1497.
Cuando el cristianismo oriental ya honraba a María Magdalena, sobre todo, por su cercanía a Jesús, y la consideraba "igual a los apóstoles", en Occidente se asentó la idea de que antes de conocer a Jesús, había sido una gran pecadora, de la que se sobreentendía, aunque no oficialmente, sí popularmente, que se había dedicado a la prostitución, algo que no se deduce de ninguno de los Evangelios.
Suponiendo, incluso, que fuera la pecadora de la que habla Lucas, tampoco serviría, porque había sido perdonada públicamente, y además es definida como “pecadora” sin más especificaciones.
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «-¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos… Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco». Y a ella le dijo: «-Han quedado perdonados tus pecados».
En realidad, no se sabe exactamente cuándo ni por qué empezaron a ser identificadas María Magdalena, María de Betania, y la mujer perdonada en la casa de Simón el fariseo, hasta que la citada homilía del papa Gregorio Magno, que las identifica sin dudas y se refiere a María Magdalena como prostituta arrepentida, dio lugar a las numerosas representaciones que la muestran en una cueva en el desierto, como «Magdalena penitente». Tal es el caso de El Greco.
El Greco. Magdalena Penitente. Museo Nelson Atkins. Kansas City
Y fue así como, a pesar de su evidente importancia como personaje del Evangelio, especialmente considerada por Jesús, María, o más bien las tres Marías identificadas por Gregorio Magno, pasaron a ocupar un lugar muy secundario durante siglos.
Sin embargo, en 1969, el papa Pablo VI, en la carta titulada Mulieres Dignitatem, retiró del calendario litúrgico el apelativo de “penitente”, tradicionalmente unido al nombre de María Magdalena, implicando no sólo, la anulación de cualquier referencia a la prostitución, sino que se refirió a ella como “apóstol de apóstoles”, destacando, además, el hecho de que ante la prueba más difícil de fe y fidelidad que supuso la crucifixión, las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles.
Por otra parte, exactamente, el día 10 de Junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, publicó un decreto por el cual se elevaba la memoria de Santa María Magdalena al grado de fiesta en el Calendario Romano General: “Oficina de Prensa de la Santa Sede, edición 10 de junio de 2016.«Decreto della Congregazione per il Culto Divino e la Disciplina dei Sacramenti: la celebrazione di Santa Maria Maddalena elevata al grado di festa nel Calendario Romano Generale, 10.06.2016». Bollettino - Sala Stampa della Santa Sede.
Asimismo, por deseo del papa Francisco, Arthur Roche, escribió en L’Osservatore Romano, en el artículo titulado Apostolorum apostola, que tal decisión se enmarcaba en el contexto eclesial actual a favor de una reflexión más profunda sobre la dignidad de la mujer, añadiendo:
«es justo que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo grado de fiesta dado a la celebración de los apóstoles en el Calendario Romano General y que resalte la especial misión de esta mujer, que es ejemplo y modelo para toda mujer en la Iglesia».
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De acuerdo con la tradición ortodoxa, tanto Marta como María, abandonarían posteriormente Jerusalén, junto con Lázaro, a causa de las persecuciones, y el resto de su vida acompañaron a su hermano en sus misiones. A estas alturas podríamos pensar que pasaron algún tiempo en Francia, para, finalmente, establecerse en Chipre.
Antonio Vivarini, La Ascensión de María Magdalena, 1476, Gemäldegalerie, Berlín.
Iglesia de San Jakobi (Neo gótico 1890-1892). Figuras de Daniel Pöppelmann en el portal oeste: Las hermanas María y Marta de Betania.
María y Marta: vidrieras en All Saints church, Preston Bagot, Warwickshire. Diseñadas por Edward Burne-Jones y realizadas por Morris & Co, Birmingham.
María Magdalena en un icono ortodoxo.
Según la misma tradición ortodoxa, María Magdalena se fue a Éfeso, con María, la madre de Jesús, y con Juan, el apóstol y evangelista, y allí murió.
El año 886, sus reliquias serían llevadas a Constantinopla, donde hoy se conservan.
Gregorio de Tours, en De miraculis, I, XXX, sigue la tradición de Éfeso, si bien, en ningún momento habla de Francia, tradición que surgió más tarde. María Magdalena, ya identificada con la de Betania, se embarcarían, huyendo de las persecuciones -o quizás, desterradas-, y navegando por el Mediterráneo, llegarían a la costa llamada Saintes Maries de la Mer, en las proximidades de Arlés.
Posteriormente, María Magdalena se dirigiría a Marsella, desde donde iniciaría la evangelización de Provenza, para, finalmente, recogerse en una cueva, llamada “La Sainte-Baume”, donde pasaría treinta años, haciendo penitencia.
Interior de la basílica de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume. (Bálsamo).
Cuando llegó su hora, fue llevada por unos ángeles a Aix-en-Provence, concretamente, al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático. Su cuerpo fue sepultado en un oratorio construido por Maximino en Villa Lata, conocido desde entonces como St. Maximin.
Entierro de Santa Marta, ca. 1460–70. Met. NY. Sano di Pietro o Ansano di Pietro di Mencio. Italia
Sepulcro de Santa Marta, Iglesia de Santa Marta, Tarascon
Santiago de la Vorágine describe, en la Leyenda Dorada, el traslado de las reliquias de la santa desde su sepulcro en el oratorio de San Maximino en Aix-en-Provence, hasta la recién fundada abadía de Vézelay, en 771. Este san Maximino, en la leyenda, comparte rasgos del obispo histórico, con otro Maximino, que acompañaría a Magdalena, Marta y Lázaro a Provenza.
Basílica de Santa María Magdalena, de Vezelay, Borgoña.
María Magdalena, de Giovanni Girolamo Savoldo
Madonna con niño y Santa Marta, a la izquierda. Al otro lado, Juan y una monja. Bernardino Luini. 1518. Pinacoteca de Brera, Milán.
San Lázaro con María Magdalena (sic) y Santa Marta. Juan de Valdés Leal. Hacia 1658. Catedral de Sevilla
La Conversión de Magdalena, o Alegoría de la Modestia y la Vanidad.
Bernardino Luini, Milan, c. 1520. San Diego Museum of Art.
Bernardino Luini, Milan, c. 1520. San Diego Museum of Art.
Las Miróforas: mujeres portadoras de mirra. Icono ruso. Principios del siglo XIX. Resurrección. Domingo, al amanecer. Un ángel blanco aparece sentado sobre el ataúd vacío, donde todavía se observa el sudario de Cristo. Frente a él, siete mujeres llevando vasijas. Todas las figuras tienen halo de santidad.
Línea inferior, de izquierda a derecha: Marta de Betania; María, la madre de Jesús -Theotokos en la ortodoxia, que, según Gregorio de Nyssa, también estaba allí; María, la hermana de Marta, y Salomé.
Linea superior: María, la “otra”; Susana y Ana.
Al fondo, arriba, Cristo resucitado habla con María Magdalena.
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El Sauróctono -el que mata lagartos, o saurios- más conocido en la antigua mitología griega, es Apolo. En la tradición cristina, figuran como tales, además de Santa Marta -aunque, en realidad, ella no mató al animal-, el arcángel San Miguel y San Jorge.
Sauróctonos: Apolo, de Praxiteles, San Miguel, de Bronzino,
San Jorge, de Rafael Sanzio y Santa Marta.
Algunos artistas también crearon imágenes de admirable sencillez sobre María, quizás algo extemporáneas, pero más libres de leyendas, invenciones, tradiciones, etc.
Piero di Cosimo, María Magdalena leyendo
Galleria Nazionale d'Arte Antica (GNAA), Roma.
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