martes, 1 de noviembre de 2022

UFFIZI 4 ● Miguel Ángel y Rafael Sanzio ● Primera Parte

 UFFIZI 4 ● Miguel Ángel y Rafael Sanzio ● Primera Parte


Miguel Ángel, por Daniele da Volterra (detalle).


Retrato completo, pero Inacabado de Michelangelo Buonarroti atribuido a Daniele da Volterra (1509-1566), ca. 1544. Met-NY

Supone una enorme dificultad el intento de albergar a este gigante en un espacio restringido, pero hay que intentarlo, pues su biografía es una interminable sucesión de anécdotas históricas y tesoros artísticos. Aunque, precisamente en los Uffizi no tiene mucha obra -puesto que Miguel Ángel no era esencialmente, pintor-, la que hay es muy significativa y parece conveniente y necesario, situarla en el contexto vital del genio.

Dada su ingente obra, así como la riqueza anecdótica de su biografía, transcurrida en una de las más interesantes épocas de la Historia del Arte en Occidente, su presentación constará de dos partes. En cuanto a Rafel Sanzio, puesto que ya ocupa un extenso lugar de honor en este “Diario”, nos reduciremos a presentar las obras de su creación expuestas en la Galería Florentina, a continuación de la segunda parte de Miguel Ángel.

Miguel Ángel nació en Caprese, Arezzo, el 6 de marzo de 1475.

Su Casa Natal. Hoy, Palacio Clusini

Falleció en Roma, el 18 de febrero de 1564, unos días antes de cumplir 89 años.

Monumento Funerario en la Santa Croce. Florencia. Muy cerca de Dante, Maquiavelo, Galileo, Rossini, etc.

Planta de la Santa Croce

Arquitecto, escultor, pintor y poeta renacentista; esta última, su faceta menos conocida, creó su obra artística a lo largo de más de setenta años, entre Florencia y Roma, donde residían sus grandes mecenas; la familia Médici de Florencia y algunos papas.

Fue el primer artista occidental cuya biografía publicó Giorgio Vasari, en 1550, en la primera edición de sus Vite, cuando el genio aún vivía. 

Por otra parte, la Vita de Michelangelo Buonarroti, escrita en 1553 por Ascanio Condivi, pintor y discípulo del artista, ofrece información aportada por el mismo Buonarroti. 

Apodado el Divino, ya por sus contemporáneos, el 12 de febrero de 1560, Benedetto Varchi, le envió una carta en nombre de todos los florentinos diciéndole:

... toda esta ciudad desea sumisamente poderos ver y honraros tanto de cerca como de lejos... Vuestra Excelencia nos haría un gran favor si quisiera honrar con su presencia su patria.

Aunque triunfó en todas las artes en las que trabajó, la escultura, de acuerdo con su propia afirmación, era su preferida y la faceta a la que más se dedicó, aunque no por ello dejó de mostrar otras posibilidades creadoras, por ejemplo, en el encargo que le hiciera el papa Julio II, concretado en la bóveda de la Capilla Sixtina, la cual parece exceder todos los calificativos. 

Por último, ya en su época final, concibió y creó varios proyectos arquitectónicos. 

Fue, pues, autor de numerosas obras, de las cuales, se conservan:

- entre 40 y 50 esculturas

- 4 pinturas, 

- varias decenas de dibujos y

- frescos de las Capillas, Sixtina y Paulina.

Bien, pues sabido que no podemos abarcarlo todo, hemos optado por atenernos a las facetas más interesantes de su biografía, es decir, las mejor iluminan su devenir histórico.

Copia del registro del nacimiento y bautismo de Miguel Ángel en Caprese. Casa Buonarroti, Florencia.

Miguel Ángel fue el segundo de cinco hijos varones de Ludovico di Leonardo Buonarroti di Simoni y de Francesca di Neri del Miniato di Siena. Su madre murió en 1481, cuando el futuro artista tenía seis años. Los Buonarroti Simoni vivían en Florencia desde hacía más de tres siglos, y allí se distinguieron como güelfos; muchos de ellos, ostentando cargos públicos. 

Los términos, güelfo, y su contrario, gibelino, del italiano, guelfi y ghibellini, corresponde a las dos facciones que desde el siglo XII apoyaron, o bien, a la Casa de Baviera, es decir, los Welfen / “güelfos”, o bien a la de los Hohenstaufen, de Suabia, señores del castillo de Waiblingen, de cuyo nombre deriva la palabra “gibelino”, para encabezar el Sacro Imperio Romano Germánico. La lucha entre ambas facciones se produjo en Italia desde la segunda mitad del siglo. Ambas facciones surgieron del interminable conflicto entre el Pontificado, -güelfos-, y el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, -gibelinos-, los cuales se disputaban el Dominium mundi.

Por la época en que nació Miguel Ángel, se produjo un período de decadencia que llevó a la familia de nuevo a Florencia, donde disponían de algunas rentas procedentes de una cantera de mármol y una pequeña finca de su propiedad, en Settignano. Fue allí donde Miguel Ángel tuvo que afrontar la larga enfermedad y el fallecimiento de su madre, quedando él mismo al cuidado de la familia de un hombre, de oficio, picapedrero, que, en opinión del artista, fue quien le inoculó el atractivo por el trabajo en la piedra.

Florencia durante la infancia de Miguel Ángel. Grabado del Liber Chronicarum. 1493. 

Cuando su padre le propuso que aprendiera Gramática en Florencia, con el maestro Francesco da Urbino, Miguel Ángel ya quería ser artista, lo que ocasionó interminables discusiones entre ellos, pues el padre consideraba que el arte no era digno del prestigio de su linaje, pero el futuro artista consiguió, finalmente, permiso para seguir su inclinación artística, precisamente, la que decía haber recibido de su nodriza, la esposa del picapedrero.

Cuando su hermano mayor, Leonardo, ingresó en un monasterio, el futuro él asumió la responsabilidad del mantenimiento del patrimonio de los Buonarroti, que amplió con la compra de casas y terrenos, y concertando el matrimonio de sus sobrinos Francesca y Leonardo con familias pudientes de Florencia. 

En abril de 1488, a los doce años y, por consejo de Francesco Granacci, que se dedicaba a la pintura, entró en el taller de los ya famosos hermanos, Domenico y Davide Ghirlandaio.

Granacci, 1469-1543. – Ghirlandaio, 1448-1494, Autorretrato. 

Su aprendizaje debía realizarse de acuerdo con un detallado contrato, firmado en 1488, que se conserva:

Yo, Ludovico di Lionardo Buonarota, en este primer día de abril, inscribo a mi hijo Michelangelo como aprendiz de Domenico y Davide di Tomaso di Currado, durante los próximos tres años, bajo las condiciones siguientes: que el dicho Michelangelo ha de permanecer durante el tiempo convenido con los anteriormente citados para aprender y practicar el arte de la pintura y que ha de obedecer sus instrucciones, y que los nombrados Domenico y Davide habrán de pagarle en estos años la suma de veinticuatro florines de peso exacto: seis durante el primer año, ocho el segundo año y diez el tercero, en total una suma de noventa y seis liras.

A pesar de lo acordado, Miguel Ángel solo pasó un año de aprendizaje con los Ghirlandaio, pues con ayuda de Bertoldo di Giovanni -en este caso, discípulo de Donatello-, abandonó después de visitar el jardín de San Marcos, de los Médici, donde pudo observar y estudiar las numerosas esculturas antiguas allí reunidas. 

Sus primeras obras artísticas sorprendieron muy positivamente a Lorenzo el Magnífico, que lo acogió en su Palacio de la Via Longa, donde Miguel Ángel conoció a Angelo Poliziano, a Giovanni Pico della Mirandola y a Marsilio Ficino, humanistas del círculo de los Médici, que le hablaron del idealismo de Platón, filosofía que se convirtió en el eje de su pensamiento y que reflejó en su obra, fundamentalmente, en la poética.

Retrato de Lorenzo el Magnífico, de Giorgio Vasari.- Angelo Poliziano, de Domenico Ghirlandaio, en: Zacarías en el Templo; detalle del fresco en Santa Maria Novella, Cappella Tornabuoni, Florencia. 1486-1490.

Ficino (¿o L. B. Alberti?), della Mirandola y Poliziano

Giovanni Pico della Mirandola, en el centro, con Marsilio Ficino a la izquierda y Angelo Poliziano. El problema es que Ficino tenía 55 años cuando se hizo este retrato, por lo que podría ser Alberti el representado. Cappella del Miracolo, de Cosimo Rosselli: Miracolo del Calice, dettaglio.

Fue allí, de acuerdo con Vasari, cuando, saliendo un día del jardín de los Médici —o, según Benvenuto Cellini, de la capilla Brancacci-, donde él y otros alumnos aprendían a dibujar ante de los frescos de Masaccio—, cuando Pietro Torrigiano le dio a Migel Ángel un puñetazo, que le rompió la nariz; algo que se aprecia en sus retratos. Se dice que Torrigiano se envanecía de su agresión, a pesar de que le costó el destierro, razón por la cual, se trasladó a España, donde murió, concretamente, en Sevilla, en 1528.

Retrato imaginario del artista florentino Pietro Torrigiano. Giorgio Vasari no incluyó su retrato en las Vite, quizás por haberle roto la nariz a Miguel Ángel o, tal vez, por haber estado preso por el Santo Oficio.

En 1522, según Giorgio Vasari, Torrigiano fue procesado y encarcelado por la Inquisición. Al parecer porque destruyó una escultura de la Virgen que había hecho, por encargo del duque de Arcos, al considerarlo mal retribuido. En represalia, el duque fue quien lo acusó. Una vez arrestado, habría intentado dejarse morir de inanición. Sin embargo, Francisco de Holanda, afirma que hizo en Sevilla un retrato de Isabel de Portugal, con ocasión de su boda con Carlos V en 1526. Por otra parte, en 1528 el tribunal de la Rota de Florencia, en respuesta a una petición de su viuda que había solicitado la devolución de la dote, señalaba que el artista había muerto tres meses antes.

El relato de Vasari fue puesto en duda por Juan Agustín Ceán Bermúdez, que, en su Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes, de 1800 decía: “Vasari escribió la vida de este profesor en Florencia, muy distante de Sevilla, y además del empeño que ha manifestado en su escrito en degradar el mérito de Torrigiano para ensalzar el de Buonarrota, hay muchos motivos para creer que pudo haberse engañado en su relación”.

Al morir Lorenzo el Magnífico, en 1492, Miguel Ángel huyó de Florencia y pasó por Venecia, instalándose después en Bolonia. Allí esculpió diversas obras bajo la influencia de Jacopo della Quercia

Jacopo della Quercia en Vasari

Pero en 1496 decidió instalarse en Roma, donde vivió una década de gran intensidad artística, después de la cual, a los treinta años, ya era considerado un artista extraordinario, por su tallas, como el Bacus del Bargello (1496); la Piedad del Vaticano, y el Tondo Pitti. También es de la misma etapa, el cartón de La batalla de Cascina, hoy perdido, pintado para la Señoría de Florencia, y, por supuesto, el David, que fue colocado delante del palacio del Ayuntamiento de Florencia y se convirtió en la expresión de los supremos ideales cívicos del Renacimiento.

Baco – Pietà – Tondo Pitti

Cascina, copia. - David

En marzo de 1505, Julio II le encarga su monumento fúnebre: Miguel Ángel proyecta un complejo arquitectónico y escultórico monumental, y entusiasmado con su obra, permanece en Carrara durante ocho meses para ocuparse personalmente de la elección y extracción de los mármoles que va a emplear, pero cuando vuelve a Roma, se encuentra con el hecho de que el pontífice ha perdido el interés por el proyecto, porque, para entonces, su único objetivo es la reforma de la basílica de San Pedro, de Bramante.

Profundamente contrariado, Miguel Ángel abandona Roma y se instala en Florencia, donde, a finales de noviembre de 1506, después de numerosas llamadas del pontífice —que llegó amenazarle con la excomunión—, se reunió con él en Bolonia y en mayo de 1508, aceptó dirigir la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, a la que dedicó cuatro años de trabajo solitario y sin descanso, creando la obra que se convertiría en el símbolo del arte del Renacimiento.


Después de la muerte de Julio II, en mayo de 1513, reanuda su proyecto del mausoleo, y esculpe las dos figuras de los Esclavos y el Moisés, reflejo de terribilitá. Pero la obra no fue muy bien recibida ni considerada, quizás por su heterodoxia. Sea como fuere, lo cierto es, que hasta que no murieron Bramante, en 1514, y Rafael Sanzio, en 1520, Miguel Ángel no gozó de la confianza de los pontífices.

 

Esclavo rebelde, Louvre y Esclavo joven, Galería de la Academia de Florencia. - Moisés, en San Pietro in Vincoli

En 1516, por encargo de León X, inició el proyecto para la fachada de la Basílica de San Lorenzo de Florencia, trabajo que en 1520 tuvo que abandonar con gran amargura. Del proyecto original se conservan numerosos dibujos y una maqueta en madera. 


A partir de 1520 y hasta 1530, Miguel Ángel trabaja en Florencia y construye la Sacristía Nueva de San Lorenzo y la Biblioteca Laurenciana, dejando su sello en la famosa escalera. 

Biblioteca Laurenciana, escalera.

Después del Saqueo de Roma (1527) y de la expulsión de los Médicis de Florencia, Miguel Ángel formó parte, aunque de forma casi anecdótica, del gobierno de la nueva República Florentina, de la que fue nombrado “gobernador y procurador general de la fabricación y fortificación de las murallas”, puesto desde el cual participó en la defensa de la ciudad asediada por las tropas pontificias. 

Saco de Roma, 6 de mayo de 1527. Según Martin van Heemskerck (1555).

Se trata del saqueo que llevaron a cabo en esta ciudad las tropas alemanas y españolas de Carlos V, el 6 de mayo de 1527. Este hecho señaló una victoria imperial crucial en el conflicto entre el emperador y la Liga de Cognac, es decir, la alianza formada por el Papado, Francia, Milán, Venecia, y Florencia, firmada el 2 de mayo de 1526.

En 1530, después de la caída de la República, el perdón de Clemente VII lo salvó de la venganza de los partidarios de los Médici. A partir de este año reemprendió los trabajos de la Sacristía Nueva y del Sepulcro de Julio II.

En 1534, dadas sus diferencias de criterio con la nueva situación política en Florencia, abandonó la ciudad y se estableció en Roma, donde aceptó el encargo de Clemente VII para trabajar en el altar de la Capilla Sixtina, donde, entre 1536 y 1541, realizó el magnífico Juicio Final. Hasta 1550 fue haciendo obras para la tumba de Julio II, y los frescos de la Capilla Paulina, tales como La Conversión de San Pablo y la Crucifixión de San Pedro.



 La Conversión de San Pablo, el fresco pintado en la Capilla Paolina del Palacio Apostólico, en la Ciudad del Vaticano, data del año 1549. Mide 6,25 m. de alto por 6,61 de ancho y hace pareja con otro, también de Miguel Ángel dedicado a la Crucifixión de San Pedro.

Para entonces, Miguel Ángel ya era considerado en Roma como una leyenda viva, pero este trabajo no se salvó de las críticas, pues consideraron sus detractores, que había abandonado el insuperable clasicismo de la Capilla Sixtina, concluyendo que su estilo estaba cayendo en un manierismo desmañado. Las figuras que aparecen huyendo en desorden no fueron bien recibidas. Algunos historiadores consideran que, a raíz de este aparente fracaso, Miguel Ángel refrenó su audacia en el fresco de San Pedro, que se convertiría en su última creación pictórica.

Crucifixión de San Pedro: las caras de algunos de los presentes, están contraídas en una mueca de horror, ”como si ellos mismos fueran a morir”.

Entre los jinetes de la izquierda, en una reciente restauración. se ha reconocido un autorretrato del propio Miguel Ángel.

La fascinación de Miguel Ángel por la juventud y el vigor, emblemas de la belleza clásica, le llevaron a decantarse por la belleza humana y, según parece, por el amor más sensual, hasta muy avanzada su vida. La conflictividad con la que el artista vivió esta circunstancia. 

Se citan, en este sentido, algunos personajes muy queridos por él, como Cecchino Bracci, para el cual, diseñó un enterramiento en 1543, en la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma, que encargó a su discípulo Urbino. Giovanni da Pistoia, un joven literato, fue su amigo íntimo en la época en empezó a trabajar en la bóveda de la Capilla Sixtina. Da Pistoia, por su parte, le dedicó unos sonetos muy apasionados. En cuanto a Tommaso Cavalieri, al que conoció en un viaje a Roma en 1532, era un joven patricio de inteligencia poco común y muy amante de las artes. Poco después de conocerlo, le envió una carta en la que le decía: “El cielo hizo bien impidiendo la plena comprensión de vuestra belleza... Si a mi edad no me consumo aún del todo, es porque el encuentro con vos, señor, fue muy breve”.


Ahora bien, leamos a Vasari:

“... el benignísimo Rector del cielo... resolvió... enviar al mundo un espíritu que, en cada una de las artes y en todas las profesiones, fuera universalmente capaz y por sí solo mostrase cuál es la perfección del arte del dibujo, en materia de línea, contorno, sombra y luz, y diese realce a las cosas de la pintura y con recto juicio obrase en escultura, e hiciese viviendas cómodas y seguras, sanas, alegres, proporcionadas y enriquecidas por los varios adornos de la arquitectura. Quiso, además, dotarlo de real filosofía moral y darle el adorno de la dulce poesía, para que el mundo lo admirara y escogiera como singularísimo modelo por su vida, sus obras, la santidad de sus costumbres, y la humanidad de todos sus actos; en suma, para que fuera considerado por nosotros como un ser, más que terreno, celestial". 

Retrato de Miguel Ángel, por Daniele da Volterra. 1548-53. Museo Teylers, Haarlem. PPBB

Tal vez conviene recordar al efecto, que la Academia Platónica de Florencia, se proponía imitar la época de Pericles, con su carácter filosófico, diálogo intelectual y amistad entre hombres en un tono idealista, semejante a la relación de Sócrates con sus discípulos. El artista creía que la belleza física del hombre era superior a la de la mujer y, por lo tanto, el amor que sentía por Tommaso Cavalieri, por ejemplo, lo entendía como la admiración hacia la “belleza platónica”, a pesar de la diferencia de edad; 22 años frente a 57. Al final, Cavalieri, ya casado y con hijos, siguió siendo su discípulo y amigo y Miguel Ángel lo asistió en la hora de su muerte.

Retrato de Vittoria Colonna. Dibujo de Miguel Ángel y Retrato por Del Piombo, MNAC

Vittoria Colonna, que procedía de familia noble, fue una de las mujeres más notables de la Italia renacentista. Se casó con Fernando de Ávalos, marqués de Pescara, un hombre poderoso que murió en la batalla de Pavía, cuando luchaba del lado español al servicio de Carlos I. Después de la muerte de su esposo, Vittoria se retiró de la vida cortesana y se dedicó a la práctica religiosa, uniéndose al grupo reformista de base erasmista y evangélica, activo en Nápoles en torno al humanista español, Juan de Valdés, del cual asegura, sin embargo, Marcel Bataillon, que “murió en el seno de la Iglesia Católica”.

Miguel Ángel la conoció en el convento de San Silvestro in Capit,e de Roma, en 1536, y, desde el principio hubo buen entendimiento entre ellos, quizá porque los dos tenían las mismas inquietudes religiosas y eran grandes aficionados a la poesía. Según Ascanio Condivi, Miguel Ángel “estaba enamorado de su espíritu divino” y, como era un gran admirador de Dante, ella representaba lo que el personaje de Beatriz significaba para el poeta; al menos, esto es lo que se deduce de la lectura de los poemas del artista dedicados a Vittoria, todos ellos de tema religioso, así como algunos de sus dibujos que le regaló, tales como una Piedad, una Crucifixión y una Sagrada Familia.


Vittoria murió en 1547, quedando Miguel Ángel profundamente afectado. Escribió Ascanio Condivi: “No había tenido dolor más profundo en este mundo que haberla dejado partir de esta vida sin haberle besado la frente, ni el rostro, como le besó la mano cuando fue a verla en su lecho de muerte”.

Últimos años

Monumento funerario de Miguel Ángel diseñado por su biógrafo, Vasari en la basílica de la Santa Croce de Florencia.

El sepulcro de Miguel Ángel Buonarroti fue proyectado por su amigo, arquitecto y biógrafo Giorgio Vasari, quien además se encargó de 

La Piedad (pintada al fresco) que situó sobre el busto del artista. 

La ejecución de la obra fue encargada a Giovanni Battista Lorenzi, gran escultor florentino, quien además de esculpir el busto de Miguel Ángel, —realizado a partir de su máscara funeraria—,

se encargó también de la escultura de la izquierda, que simboliza la Pintura.  La estatua central, que representa a la Escultura, fue realizada por Valerio Cioli, la de la derecha, que simboliza la Arquitectura, fue esculpida por Giovanni dell'Opera.

El monumento está conformado por dos triángulos equiláteros dispuestos sobre una fachada clásica de orden romano, decorada con bellísimos frescos llenos de ángeles que velan por el alma del artista, y que recuerdan enormemente a los frescos de la Capilla Sixtina.

 

Durante los últimos veinte años de su vida, Miguel Ángel se dedicó, sobre todo, a crear trabajos de arquitectura: dirigió las obras de la Biblioteca Laurenziana de Florencia y, en Roma, la remodelación de la Plaza del Capitolio, la Capilla Sforza de Santa María Mayor, la finalización del Palacio Farnese y, sobre todo, la terminación de la basílica de San Pedro del Vaticano.

Biblioteca Medicea Laurenciana vista desde el Campanile. - La Biblioteca, desde el claustro de San Lorenzo y la famosa Escalera de Miguel Ángel

En el siglo XVI, el papa Paulo III, con ocasión de la visita a Roma del emperador Carlos V, encargó a Miguel Ángel que remodelara la plaza del Capitolio. El arquitecto proyectó renovar las fachadas del Palazzo Senatorio -el antiguo Tabularium-, y del Palazzo dei Conservatori, además de diseñar un tercer edificio, el Palazzo Nuovo, de manera que formaran una plaza trapezoidal, de la que diseñó la pavimentación y adornó con esculturas clásicas.

Plaza del Capitolio - Campidoglio

Pavimentación

Marco Aurelio, en el centro de la Plaza

De esta época son las últimas esculturas como la Piedad Palestrina y la Piedad Rondanini. También creó numerosos dibujos y compuso sus poesías de inspiración religiosa. 

Piedad Palestrina, Florencia y Piedad Rondanini, Milán

El proyecto de la Basílica Vaticana, en el que trabajó durante los últimos años de su vida, simplifica el proyecto que concibió Bramante, si bien mantiene la estructura con planta de cruz griega y la gran cúpula. Miguel Ángel creaba espacios, funciones que engloban los elementos principales, sobre todo la cúpula, elemento director del conjunto.

Murió en Roma en 1564, antes de ver acabada su obra, a la edad de ochenta y ocho años. Acompañado por su secretario Daniele da Volterra y por su fiel amigo, Tommaso Cavalieri; había dejado escrito que deseaba ser enterrado en Florencia. Hizo testamento en presencia de su médico Federigo Donati, “dejando su alma en manos de Dios, su cuerpo a la tierra y sus bienes a los familiares más próximos”. Su sobrino Leonardo fue el encargado de cumplir con esta última voluntad, y el 10 de marzo de 1564 Miguel Ángel fue sepultado, como ya hemos visto, en la sacristía de la iglesia de la Santa Croce. El monumento funerario fue diseñado por Giorgio Vasari en 1570. El 14 de julio se celebró un funeral solemne que Vasari describió, en el que participaron, además de él mismo, Benvenuto Cellini, Bartolomeo Ammannati y Bronzino. 

Da Volterra, Cavalieri -dibujo de Volterra- y Vasari
Cellini – Ammannati – Bronzino

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La primera pintura atribuida a Miguel Ángel, es de cuando tenía doce años y se trata del indescriptible Tormento -o Tentaciones- de San Antonio


Se trata de una copia, con variantes, de un conocido grabado del alemán Martin Schongauer


Expertos en la obra de Miguel Ángel la identifican como la pintura que el florentino realizó durante su aprendizaje con Ghirlandaio, aunque existen dudas al respecto. Finalmente, fue adquirida por el Kimbell Art Museum de Estados Unidos.

Pero antes del hallazgo de Las Tentaciones de san Antonio, eran, el Santo Entierro y la Madonna de Mánchester, las primeras pinturas atribuidas a Miguel Ángel.

 

Santo Entierro, en la National Gallery de Londres, 1500-1501.- La Virgen con el Niño, San José y Ángeles; Madonna Manchester. 1497 Nat. Gal. Londres

El Santo Entierro es una tabla al temple, inacabada, datada hacia 1500-1501, que se encuentra en la National Gallery de Londres. Por unos documentos publicados en 1980, se sabe que, durante su estancia en Roma, el artista recibió el encargo de hacer un retablo para la iglesia de Sant'Agostino, pero que devolvió el pago recibido a cuenta, por no haberlo terminado, a causa de su vuelta a Florencia, en 1501.

Esta tabla, a pesar de muchos años de dudas, se reconoció finalmente, como obra suya. Las figuras de Cristo y san Juan son las que muestran más fuerza, y su composición es soberbia; en la figura de José de Arimatea, situada detrás de Jesucristo, se percibe un curioso parecido con la de san José, en el Tondo Doni, la pintura que, en definitiva, era nuestro objetivo, pues, precisamente, es la única de Miguel Ángel que se encuentra en la Galería de los Uffizzi

Tondo Doni, 1504-05, en los Uffizi de Florencia.

El Tondo Doni, o la Sagrada Familia (1504-1505), es una pintura al temple, que Miguel Ángel realizó, por encargo de Agnolo Doni, quien lo quería como regalo de bodas para su esposa, Maddalena Strozzi

Agnolo y Maddalena Doni, paneles contiguos, de Rafael Sanzio. Uffizi.

En primer plano del tondo, aparece la Virgen con el Niño y detrás, san José. Separados por una balaustrada, se encuentran, el pequeño Juan, el Bautista, y un grupo de ignudi, que representarían el paganismo que ha quedado atrás. El Tondo Doni, de hecho, en un momento en que Miguel Ángel pretendía demostrar que la pintura puede tener la misma entidad expresiva que la escultura, se considera el punto de partida del manierismo, que también daría extraordinarias figuras.

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