jueves, 19 de septiembre de 2024

BEETHOVEN. FIDELIO. O C N E., 20 DE SEPTIEMBRE 2024 Auditorio Nacional de Música de Madrid



Con la Missa Solemnis de Beethoven cerraron, la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) su anterior temporada, y con el compositor alemán abre ahora su nuevo curso. La OCNE ha escogido la única ópera escrita por Beethoven, Fidelio, para dar comienzo, los días 20 y 22 de septiembre (19:30 horas), a su Ciclo Sinfónico en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.

La presencia de Fidelio se inscribe dentro de la primera línea temática de la programación 24/25 de los conjuntos nacionales, “Guerra y libertad”, pues este título beethoveniano se convirtió durante los años de posguerra en un emblema de la paz y la universalidad gracias a directores como Wilhelm Furtwängler u Otto Klemperer.

La OCNE ofrece Fidelio bajo la batuta de su director artístico y musical, David Afkham, y en una realización semiescénica firmada por Helena Pimenta. Conforman el reparto vocal Eleanor Lyons (Leonore), Maximilian Schmitt (Florestan), Matthias Winckhler (Don Fernando), Werner Van Mechelen (Pizarro), Elena Sancho (Marzelline), Peter Rose (Rocco), Roger Padullés (Jaquino). Joaquín Notario es el narrador.

La nueva temporada de la OCNE comprende un total de 112 conciertos (sinfónicos, de cámara y corales) en el Auditorio Nacional de Música y otras cinco ciudades españolas. David Afkham dirigirá cinco de los programas del ciclo sinfónico junto a directores españoles como Pablo González, Lucas Macías, Josep Pons, Jaime Martín, Juanjo Mena, Jordi Bernàcer y Jordi Francés. Otros directores invitados serán Andrés Orozco-Estrada, Joana Mallwitz, Jörg Widmann, Paul Agnew, Simone Young, Thierry Fischer, Anja Bihlmaier, Joshua Weilerstein, Cornelius Meister, Alondra de la Parra, Matthias Pintscher y Ludovic Morlot.

Entre los solistas de esta temporada estarán los violinistas Daniel Lozakovich, Augustin Hadelich y Carolin Widmann, los violistas Tabea Zimmermann y  Antoine Tamestit, el violonchelista Steven Isserlis, los pianistas Francesco Piemontesi, Behzod Abduraimov y Alexandra Dovgan, el flautista Emmanuel Pahud, Jörg Widmann, también en su faceta como clarinetista, solistas de viento de la OCNE, que defenderán el Concierto para 7 instrumentos de Frank Martin, así como algunas de las principales voces españolas e internacionales, destacando el debut con la ONE de la soprano Saioa Hernández y el retorno de Piotr Beczala.

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Argumento

Lugar en el que se desarrolla la obra: Prisión cerca de Sevilla; Castillo de San Jorge,Triana.

Época: Finales del siglo XVII

Dos años antes de la escena inicial, el noble Florestán ha intentado poner de manifiesto ciertos crímenes del noble Pizarro. En venganza, Pizarro ha aprisionado a Florestan en secreto en la prisión de la que es alcaide. El guardián de la prisión, Rocco, tiene una hija Marzelline y un ayudante, Jaquino.

La esposa de Florestan, Leonora, acude a la puerta de Rocco en busca de empleo, vestida como un muchacho y haciéndose llamar Fidelio. Rocco la contrata. Obedeciendo órdenes, Rocco ha estado dándole raciones de comida cada vez más pequeñas a Florestán de manera que lo va debilitando día a día. Marzelline se enamora de Fidelio, rompiendo así el compromiso matrimonial que antes había realizado a Jaquino.

En el Acto I Jaquino y Marcelina están a solas. Jaquino le pregunta a Marcelina cuándo accederá a casarse con él, pero ella le dice que nunca se casará con él, canta contenta porque está enamorada de Fidelio, que es Leonora disfrazada (Jetzt, Schätzchen, jetzt sind wir allein- "Ahora, querida, estamos solos"). Esta circunstancia remueve los celos de Jaquino, y se marcha. Marcelina expresa su deseo de convertirse en esposa de Fidelio (O wär ich schon mit dir vereint - "Si sólo yo estuviera ya unida a ti"). Rocco y Jaquino entran, buscando a Fidelio.

Entra Fidelio con unas cadenas compradas a buen precio, lo que confirma a Rocco que quiere a Fidelio como yerno, y malinterpreta su modesta contestación como muestra de su atracción oculta por su hija. Marcelina, Fidelio, Rocco y Jaquino cantan un cuarteto sobre el amor que Marcelina tiene por Fidelio (Mir ist so wunderbar - "Un maravilloso sentimiento me llena"), también conocido como el cuarteto del canon).

Rocco le dice a Fidelio que tan pronto como el alcaide se vaya a Sevilla, él y Marcelina podrán casarse. Les dice, sin embargo, que a menos que tengan dinero, no serán felices (Hat man nicht auch Gold beineben - "Si no tenéis el dinero de vuestra parte"). Fidelio le dice que quiere algo más, al menos tanto como el dinero: saber por qué Rocco no le permite ayudarlo en las mazmorras cuando siempre regresa agotado y sin aliento. Fidelio se entera de que hay calabozos profundos en donde a un prisionero cada día se le da menos alimentos. Fidelio quiere hacer todo lo posible por entrar en esos calabozos.

Marcelina ruega a su padre que mantenga a Fidelio lejos de tan terrible lugar. En lugar de ello Rocco y Fidelio cantan sobre la valentía (Gut, Söhnchen, gut - "De acuerdo, hijo, de acuerdo"), y pronto Marcelina se une a sus aclamaciones.

Se marchan todos salvo Rocco. Entra don Pizarro, al sonido de una marcha. Rocco le da a Pizarro un mensaje con una advertencia de que su prisión recibirá una visita sorpresa a modo de inspección ya que acusan a Pizarro de tirano. Pizarro exclama que no puede dejar que el ministro descubra al prisionero don Florestán, quien se cree que ha muerto. Decide matar de una vez por todas al prisionero Florestán (Ha, welch ein Augenblick! - "¡Ah! ¡Qué momento!"). Pizarro ordena que suene una trompeta cuando llegue el ministro. Ofrece dinero a Rocco para que mate a Florestán, pero se niega a hacerlo, con lo que Pizarro intentará hacerlo él mismo (Jetzt, Alter, jetzt hat es Eile! - "Ahora, viejo, ¡debemos apresurarnos!"). Pizarro ordena a Rocco que cave la tumba en los sótanos de la cárcel. Cuando la tumba esté preparada, Rocco deberá dar aviso para que Pizarro vaya disfrazado a las mazmorras, y mate a Florestán él mismo. Fidelio ha visto a Pizarro tramando algo, pero no ha oído lo que ha dicho. Queda agitado, pero sus pensamientos sobre Florestán (su esposo) la calman (Abscheulicher! Wo eilst du hin? ... Komm, Hoffnung, lass den letzten Stern - "¡Basura! ¿Dónde vas? ... Ven, esperanza, permite que la última estrella").

Jaquino le pide a Marcelina que se case con él, pero ella lo rechaza. Leonora (Fidelio), esperando encontrar a Florestán, le pide a Rocco que deje salir a los pobres prisioneros al jardín y disfrutar del buen tiempo. Marcelina se une al ruego, y Rocco está de acuerdo, en distraer a Pizarro mientras los prisioneros salen al patio. Los prisioneros, emocionados ante su libertad, cantan gozosamente (O welche Lust - "Oh, qué alegría"), uno de los pasajes corales más representativos de la época; luego, recordando que podían ser atrapados, pronto quedan quietos.

Rocco vuelve a entrar y le dice a Fidelio que ha tenido éxito con Pizarro: este permitirá el matrimonio, y Fidelio podrá unirse a Rocco en sus rondas por las mazmorras (Nun sprecht, wie ging's? - "Habla, ¿cómo fue?"). Se preparan para ir a la celda de un prisionero que, dice Rocco, debe morir y ser enterrado en una hora. Leonora (Fidelio) queda tan afectada que Rocco intenta persuadirla de que quede atrás, pero ella insiste en ir. Conforme se preparan para salir, Jaquino y Marcelina entran apresuradamente y le dicen a Rocco que eche a correr: Pizarro ha sabido que los prisioneros están libres y está furioso (Ach, Vater, Vater, eilt! - "¡Oh, padre, padre, date prisa!").

Antes de que puedan moverse, entra Pizarro y exige una explicación. Rocco finge que están celebrando el santo del rey, y sugiere tranquilamente que Pizarro guarde su enfado para el prisionero en las mazmorras inferiores. Pizarro le dice que se apresure y cave la tumba, luego anuncia que los prisioneros sean encerrados otra vez. Rocco, Fidelio, Jacquino y Marcelina con renuencia cumplen la orden, los prisioneros vuelven tristemente a las celdas (Leb wohl, du warmes Sonnenlicht- "Adiós, cálida luz del sol").

Durante el Acto II Rocco y Fidelio bajan a las mazmorras a cavar la tumba. Florestán está a solas en su celda, en lo más profundo de las mazmorras. Canta primero su confianza en Dios, luego cree ver a su mujer en forma de ángel que viene a salvarlo (Gott! Welch Dunkel hier! - "¡Dios! ¡Qué oscuro aquí!... In des Lebens Frühlingstagen - "En los días primaverales de mi vida"). Se desvanece por la debilidad. Rocco y Fidelio van a cavar su tumba y lo encuentran dormido. Conforme cavan, Rocco urge a Fidelio para que se apresure (Wie kalt ist es in diesem unterirdischen Gewölbe! - "Qué frío hace en esta cámara subterránea"... Nur hurtig fort, nur frisch gegraben - "Sigamos trabajando y acabemos la tumba"). Este es el "dúo del cavar de la tumba".

Florestán se despierta y Leonora lo reconoce. Cuando Florestán descubre al final que está en la prisión de Pizarro, le pide que envíe un mensaje a su esposa Leonora, pero Rocco dice que es imposible. Florestán le ruega una gota para beber, y Rocco le dice a Fidelio que se la dé. Florestán no reconoce a Leonora pero le dice que será recompensado en el Cielo (Euch werde Lohn in bessern Welte - "Serás recompensada en mundos mejores"). Fidelio ruega a Rocco que le permita darle a Florestán un mendrugo de pan, y él accede. Florestán come.

Rocco obedece sus órdenes y suena la alarma para avisar a Pizarro, entra y pregunta si todo está preparado. Rocco dice que sí lo está y le dice a Fidelio que se vaya, pero en lugar de esto se esconde. Pizarro revela su identidad a Florestán, quien lo acusa de asesinato (Er sterbe! Doch er soll erst wissen - "¡Déjale morir! Pero primero debe saber"). Pizarro blande una daga con la intención de matar al prisionero, pero Fidelio se interpone entre él y Florestán y muestra su verdadera identidad. Pizarro alza su daga para matarla pero ella le obliga a desistir a punta de pistola.

Justo entonces las trompetas suenan anunciando la llegada del ministro. Jacquino entra, seguido por soldados, para anunciar que el ministro espera a la puerta. Rocco les dice a los soldados que escolten al alcaide Pizarro arriba. Florestán y Leonora se abrazan cantando su victoria al tiempo que Pizarro declara que se vengará y Rocco expresa su temor por lo que se avecina (Es schlägt der Rache Stunde - "Suenan las campanas de venganza"). La pareja sale al patio en mitad de los prisioneros, cantan un dúo de amor (O namenlose Freude! - "¡Oh, alegría innominada!").

Aquí se interpreta, a veces, la obertura "Leonora n.º 3".

Los prisioneros y los ciudadanos cantan al día y la hora de justicia que ya ha llegado (Heil sei dem Tag! - "¡Saludad al día!"). Don Fernando, el ministro, anuncia que la tiranía ha acabado. Entra Rocco, con Leonora y Florestán, y le pide a Don Fernando que los ayude (Wohlan, so helfet! Helft den Armen! - "¡Así que ayuda! ¡Ayuda a los pobres!"). Rocco explica cómo Leonora se disfrazó de Fidelio para salvar a su marido. Marcelina queda sorprendida. Rocco describe la trama de asesinato de Pizarro, y Pizarro es llevado a la prisión. Florestán es liberado de sus cadenas por Leonora, y la multitud canta alabanzas a Leonora, la leal salvadora de su marido (Wer ein holdes Weib errungen - "Quien tiene una buena esposa").

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Fidelio

La producción musical de Ludwig van Beethoven (Bonn 1770 - Viena 1827) es fundamentalmente sinfónica siendo Fidelio su única contribución al mundo de la Lírica. La obra es fundamental para el desarrollo de la ópera alemana, constituyendo un eslabón entre Mozart y Weber. Así la obra tiene forma de "Singspiel" (partes habladas y cantadas) pero la música es casi sinfónica y el argumento se aparta del género cómico para entrar de lleno en lo dramático.

El autor del libreto es Joseph von Sonnleithner empresario del Theater an der Wien, de Viena y está basado en una obra del francés Jean Nicolas Bouilly titulada "Leonora o el amor conyugal".

La obra se estrenó con el título de Leonora, el 23 de mayo de 1805, en el Teatro de la Puerta Carintia de Viena, pero debido a las convulsiones que por aquellos días sufría la ciudad a causa de las guerras napoleónicas, no tuvo éxito. Este fracaso sería decisivo para la carrera del compositor en el mundo de la lírica, pues sería su primera y última obra. Únicamente Beethoven consintió en revisarla en 1806 y 1814, año que volvió a ser representada bajo el título definitivo de Fidelio, siendo los resultados mucho más satisfactorios.

Las sucesivas revisiones de la obra, dieron lugar a la composición de cuatro oberturas, tituladas "Leonora I, II, III y Fidelio". "Leonora I" fue escrita para un posible estreno de la ópera en Praga; "Leonora II" para el estreno de Viena en 1805; "Leonora III" para la versión de 1806 y por último "Fidelio" para la de 1814.

(Extr. De Eduardo Almagro López).

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Fidelio/Leonora

Libreto completo

Personajes

FLORESTÁN. Prisionero. Tenor

LEONORA. Esposa de Florestán. Soprano

ROCCO. Carcelero. Bajo

D. PIZARRO. Gobernador de la Prisión. Bajo

MARCELINA. Hija de Rocco. Soprano

JAQUINO. Portero de la Prisión. Tenor

D. FERNANDO. Ministro del Rey. Barítono

La acción se desarrolla en una cárcel de Sevilla, en el siglo XVIII.

Patio de la Prisión Estatal de Sevilla, España. En el fondo se encuentra la puerta principal y un alto muro por el que se ven árboles lejanos. En el portón cerrado hay una pequeña entrada para los visitantes ocasionales. Las alas de la derecha representan las celdas de los prisioneros. Las ventanas tienen barrotes y las puertas, que están numeradas, están reforzadas con hierro. Cerca de la puerta está la habitación del portero. En el frente está la puerta que da hacia los cuartos de los carceleros. A la derecha hay árboles, que señalan la entrada al jardín del castillo. 

ACTO I

Escena 1

JAQUINO Ahora, mi tesoro, puesto que estamos solos, podemos hablar un poquito en privado.

MARCELINA Seguramente será poco importante, y no puedo interrumpir mi trabajo ahora.

JAQUINO ¡Sólo una palabra, obstinada!

MARCELINA Entonces habla, te escucho.

JAQUINO Si no me miras más cariñosamente, no podré pronunciar ni una palabra.

MARCELINA Si no prestas atención a mis deseos, entonces me taparé completamente los oídos.

JAQUINO Te ruego que me escuches un momento, y luego te dejaré en paz.

MARCELINA Ya veo que no me dejarás en paz, ¡así que habla de una vez!

JAQUINO Yo... te he elegido... para que seas mi esposa, ¿entiendes?

MARCELINA ¡SÍ, está clarísimo!

JAQUINO Y... y, si me dieras  tu consentimiento, entonces, ¿qué pensarías?

MARCELINA Que seríamos una pareja.

JAQUINO En unas cuantas semanas podríamos...

MARCELINA ¡Basta ya! ¿Es que ya has fijado la fecha?

(Se oye un golpe en la puerta)

JAQUINO Maldición, no dejan de golpear, y justamente cuando parecía estar cerca del triunfo, otra vez se me escapa la presa.

MARCELINA ¡Al fin me dejará libre! ¡Su pasión me atormenta, se me hacen tan largas las horas! Sé que el pobre se atormenta, y lo siento por él. Pero yo he elegido a Fidelio, su amor es mi dulce meta.

JAQUINO ¿Por dónde iba? ¡Ni siquiera me mira!

MARCELINA ¡Ya está aquí otra vez, ahora empezará de nuevo!

JAQUINO ¿Cuándo me darás tu respuesta? Podría ser hoy.

MARCELINA ¡Oh, qué desgracia! ¡Me amarga la vida! ¡Ahora, mañana y siempre, siempre es no, no! ¡Tengo que ser dura con él!

JAQUINO Debes tener un corazón de piedra, ni un deseo, ni una súplica te ablandan.

MARCELINA Tengo que ser dura con él, se ilusiona con el mínimo gesto.

JAQUINO ¿Así que nunca, nunca cambiarás? ¿qué piensas?

MARCELINA ¡Que ahora podrías marcharte!

JAQUINO ¿Cómo? ¿Está prohibido mirarte? ¿También eso?

MARCELINA ¡Entonces, quédate!

JAQUINO Sabes que tantas veces me has prometido...

MARCELINA ¿Prometido? ¡No, vas demasiado lejos!

(Vuelven a llamar a la puerta)

JAQUINO ¡Maldición, nunca dejan de golpear!

MARCELINA ¡Al fin me veré libre! Ese sonido es siempre bienvenido, ya estaba mortalmente alarmada.

JAQUINO Parece que la he sorprendido en verdad, quién sabe si el éxito no estará cerca. Si hoy no he abierto esa puerta doscientas veces, entonces es que no me llamo Jaquino. 

(Golpean nuevamente)

¡Demonios! ¡Otra vez!

MARCELINA ¿Qué puedo hacer  si ya no lo quiero tanto como antes?

JAQUINO Bien. Ahora espero que nadie nos moleste.

ROCCO

(Fuera de escena)

¡Jaquino! ¡Jaquino!

MARCELINA ¿Oyes? ¡Mi padre llama!

JAQUINO Hagámoslo esperar un poco. Y bien, volviendo a lo de nuestro amor...

MARCELINA Vete pues, mi padre debe querer informarse sobre Fidelio.

JAQUINO

(Mostrándose celoso)

¡Seguro! En ese caso toda prisa es poca.

ROCCO

(Llamando de nuevo)

¿Jaquino, no me oyes?

JAQUINO ¡Ya voy!

(A Marcelina)

Quédate aquí, en dos minutos estaremos juntos nuevamente.

(Sale)

Escena 2

MARCELINA

Al pobre de Jaquino no lo soporto, ¿puedo hacer algo para evitarlo? Antes era amable con él, pero luego llegó Fidelio a nuestra casa, y desde entonces todo ha cambiado para mí. ¡Ay! Y justamente, sintiendo lástima por Jaquino, puedo notar cuánto me gusta Fidelio. Creo que también él gusta de mí, y si conociera los sentimientos de mi padre, mi felicidad podría ser completa. ¡Oh, si ya estuviera unida a ti y pudiera llamarte mi esposo! ¡Aunque una muchacha, en verdad, sólo tiene derecho a confesar la mitad de sus pensamientos! Y no debo sonrojarme si recibo un cálido beso, cuando nadie nos moleste. La esperanza llena mi pecho de un indecible y dulce placer. ¡Qué feliz voy a ser! Despertaré cada mañana en la silenciosa paz de la vida hogareña, y nos saludaremos tiernamente. Los quehaceres disiparán las penas. Y cuando el trabajo finalice, y la dulce noche se acerque,  descansaremos  de las preocupaciones.

Escena 3

(Entra Rocco)

ROCCO ¡Buenos días, Marcelina! ¿Aún no está de regreso Fidelio?

MARCELINA ¡No, padre!

ROCCO Se acerca la hora en que debo entregar al Gobernador los despachos que Fidelio ha ido a buscar. Lo espero con impaciencia.

(Vuelven a golpear la puerta)

LEONORA ¡Jaquino! ¡Jaquino!

JAQUINO

(Fuera de escena)

¡Ya voy! ¡Ya voy!

MARCELINA Habrá tenido que esperar mucho tiempo en casa del herrero.

(Entra Leonora vestida de hombre)

¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí! ¡Qué cargado está! ¡Dios mío, el sudor le cae por la frente!

Escena 4 

ROCCO

(Ayudando a Leonora)

¡Espera! ¡Espera!

JAQUINO

(Entrando)

Valía la pena abrir tan de prisa para dejar entrar al patrón.

(Finge estar ocupado, pero trata de  escuchar la conversación)

ROCCO

(A Leonora.)

¡Pobre Fidelio, esta vez tuviste que soportar bastante carga!

LEONORA ¡Debo reconocer que estoy un poco cansado! El herrero demoró tanto en reparar estas cadenas que pensé  que no terminaría nunca.

ROCCO ¿Están bien ahora?

LEONORA ¡Seguro! ¡Bien hechas y resistentes! Ninguno de los prisioneros podrá romperlas.

ROCCO ¿Cuánto cuesta todo esto?

LEONORA Aproximadamente doce piastras. Aquí está la cuenta exacta.

ROCCO ¡Bien, bravo!  ¡Por todos los diablos! ¡Aquí hay artículos que cuestan el doble! Eres un joven astuto. ¡No llego a comprender cómo haces las compras! Adquieres todo más barato que yo. Después de seis meses que te he confiado el negocio, has ahorrado más dinero que yo en todo un año.

(Aparte)

El pillo se esfuerza mucho, seguramente que es por mi Marcelina.

LEONORA Hago lo que puedo, lo mejor posible.

ROCCO Sí, sí, eres un muchacho valiente. ¡No se puede ser más diligente y sensato! Cada  día te aprecio más, y, puedes estar seguro de que tu recompensa no tardará.

LEONORA ¡Oh, no crea que cumplo con mis obligaciones sólo por el premio!...

ROCCO ¡Calla! ¿Acaso crees que no sé leer en tu corazón?

MARCELINA ¡Qué sentimiento extraño me oprime el corazón! Me ama, eso está claro, y seré feliz.

LEONORA ¡Es tan grande el peligro y tan débil la esperanza! ¡Me ama, eso está claro, oh, indecible tormento!

ROCCO Lo ama, eso está claro, sí, niña, él será tuyo, una buena y joven pareja, ¡qué felices serán!

JAQUINO Se me erizan los cabellos. El padre acepta. Qué extraño sentimiento, ¿cómo encontrar un remedio?

ROCCO Escucha, Fidelio, aun cuando no sé cómo has venido a este mundo, y aun cuando no tuvieras padre, sé, en cambio, muy bien lo que hago. Te convertiré en mi yerno.

MARCELINA ¿Harás eso, querido padre?

ROCCO ¡Eh, eh, qué prisa! Tan pronto el Gobernador haya partido a Sevilla, tendremos más tiempo. Sabéis bien que va todos los meses, para rendir cuentas de todo lo que pasa aquí, en la prisión. Debe regresar en unos días. Al día siguiente de su partida os uniré. Podéis contar con ello.

MARCELINA ¡Al día siguiente de su partida! ¡Es una sabia decisión, querido padre!

LEONORA

(Para sí)

¿Al día siguiente de su partida? ¡Una nueva complicación!

ROCCO Bueno, hijos míos, vosotros os amáis de todo corazón, ¿no es verdad? Pero eso no es suficiente para mantener un matrimonio feliz y satisfactorio, también hace falta....

Si no se tiene a mano el oro, no se puede ser enteramente feliz; la vida se desliza tristemente, y muchos pesares se hacen presentes. Pero si suena y rueda en los bolsillos, entonces se es dueño del destino, el oro proporciona amor y poder, y acalla el deseo más caprichoso. La felicidad es esclava, es vendida y comprada, es una buena cosa el oro, es una cosa dorada, el oro, el oro. Cuando se une la nada con la nada, la suma resulta pequeña.

El que a la mesa sólo encuentra amor, después de la comida quedará hambriento. Por eso os deseo que la suerte os sonría y bendiga y guíe vuestros esfuerzos. La amada al brazo, el oro en la bolsa, y así que viváis muchos años.

LEONORA Lo decís muy ligeramente, Maestro Rocco,  pero en cuanto a mí, yo creo que la unión de dos corazones que se aman es la fuente de una verdadera felicidad conyugal. ¡Oh, esta felicidad debe ser el más grande tesoro en la tierra! Naturalmente hay otra cosa

que no me es menos preciada, pero compruebo apenado que a pesar de todos mis desvelos, no lograré obtenerla.

ROCCO ¿Y qué es eso?

LEONORA Vuestra confianza. Perdonadme este pequeño reproche, pero yo os veo, frecuentemente, volver de las bóvedas subterráneas, de la fortaleza agotado y sin aliento, ¿por qué no me permitís que os acompañe? Sería muy agradable para mí ayudaros en vuestra tarea y compartir vuestra fatiga.

ROCCO Bien sabéis que he recibido las órdenes más estrictas de no dejar que nadie, sea quien fuere, se acerque a los prisioneros del Estado.

MARCELINA ¡Pero hay tantos en esta fortaleza! ¡Y tú te matas trabajando, padre querido!

LEONORA Tiene razón, Maestro Rocco. Ciertamente hay que cumplir con el deber. Pero, ¿acaso no está también permitido, según mi parecer, pensar de qué manera nos pueden ayudar aquellos que están cerca nuestra y que nos aman?

MARCELINA Debes cuidarte por el bien de tus hijos.

ROCCO Sí, tienes razón, este pesado trabajo terminará dejándome sin fuerzas. No obstante, por más severo que pueda ser el Gobernador, me permitirá que te lleve conmigo a los calabozos secretos. Sin embargo, hay una bóveda a la que nunca podré llevarte por más confianza que tenga en ti.

MARCELINA Supongo que será allí donde está ese prisionero del que me hablaste tantas veces.

ROCCO Lo has adivinado.

LEONORA Me parece que ya hace mucho tiempo que está aquí.

ROCCO Ya hace más de dos años.

LEONORA ¿Dos años? ¿has dicho dos años? Debe ser un gran criminal.

ROCCO O bien tendrá poderosos enemigos, que para el caso es casi lo mismo.

MARCELINA ¿Y nunca se ha podido saber quién es y de dónde viene?

ROCCO ¡Cuántas veces ha querido hablarme de todo eso!

LEONORA ¿Entonces?

ROCCO Para nosotros, cuantos menos secretos sepamos, mejor, por eso jamás lo he escuchado. Podría haberme traicionado a mí mismo, y eso no le hubiera servido de ninguna ayuda. Bueno, no me atormentará mucho tiempo más. No le queda mucha vida.

LEONORA

(Para sí)

¡Dios mío!

MARCELINA ¡Justo cielo! ¿Cómo ha podido merecer semejante castigo?

ROCCO Por orden de Pizarro, desde hace un mes debo reducirle progresivamente la ración. En veinticuatro horas  sólo ha obtenido dos onzas de pan negro y media medida de agua, solamente; ni más luz que el destello de una lámpara, ni un poco de paja,  ¡nada!

MARCELINA ¡Oh, padre querido, no lleves a Fidelio hasta él! No podría soportar ese espectáculo.

LEONORA ¿Por qué no? ¡Soy valiente y fuerte!

ROCCO ¡Bien, hijo mío, bien! Podría decirte cómo luché, al principio, contra mis sentimientos. Yo era distinto que tú, que tienes la piel fina y las manos suaves. ¡Bien, hijo mío, bien! Ten siempre coraje y lo lograrás. El corazón se vuelve duro al prestar atención a las cosas horribles.

LEONORA ¡Tengo valor! Sin perder mi sangre fría, me arriesgaré a descender. El amor puede padecer los mayores sufrimientos para obtener el mayor premio.

MARCELINA Tu buen corazón sufrirá en aquellas cavernas. Luego volverá a la felicidad del amor y de sus alegrías.

ROCCO Construirás así, seguramente, tu felicidad. Sí, sí, sí, seréis felices.

LEONORA Tengo confianza en Dios, confianza en la justicia, sí, sí, sí, un día seré feliz.

MARCELINA Debes mirarme a los ojos, porque el poder del amor, tampoco es pequeño, sí, sí, sí, seremos felices.

ROCCO Sí, es hoy que el Gobernador debe permitir que vengas a compartir mi tarea. 

LEONORA Me arrebatarás toda la tranquilidad, si te demoras hasta mañana.

MARCELINA Sí, querido padre, rogadle hoy y pronto podremos ser una pareja.

ROCCO Bien pronto, presa de la muerte, estaré en la tumba. Necesito ayuda, eso es cierto.

LEONORA

(Para sí)

¡Cuánto tiempo hace que soy desgraciada! ¡Oh, esperanza! ¡Tú sabrás reconfortarme!

MARCELINA ¡Ay, querido padre! ¿Qué os sucede? Debéis seguir siendo nuestro amigo y consejero.

ROCCO Hay que ser prudentes, y luego todo irá bien, ya que vuestras aspiraciones se verán satisfechas. Estrechad vuestras manos, y verted para este pacto las lágrimas más tiernas de alegría y felicidad.

MARCELINA ¡Ten coraje! ¡Qué ardor! ¡Qué profundo deseo! Un pacto duradero une nuestras manos y corazones, oh, dulces, dulces lágrimas.

LEONORA Sois tan buenos que me dais valor, mis deseos pronto serán saciados. Doy mi mano para esta unión, aunque me cueste amargas lágrimas.

ROCCO Pero ya es tiempo de llevarle estas cartas al Gobernador. ¡Ah, él en persona  viene hacia aquí!

(A Leonora)

¡Dámelas, Fidelio, y luego retírate!

Escena 5

PIZARRO

(A los Oficiales.)

¡Tres centinelas sobre las murallas,

seis hombres noche y día

en el puente levadizo,

y también en el jardín,

y cualquiera que se aproxime

a los fosos de la fortaleza,

que sea conducido a mi presencia!

(A Rocco.)

¿Hay alguna novedad?

ROCCO ¡No, señor!

PIZARRO ¿Dónde están los despachos?

ROCCO ¡Aquí!

Escena 6

PIZARRO

Siempre recomendaciones y reproches. Si tuviera que atender a todo esto no terminaría jamás. Me parece conocer esta escritura. Veamos. "Os informo que el Ministro, en conocimiento de la violencia extremada que ejercéis en las prisiones del Estado a vuestro cargo, mañana se pone en camino para haceros una inspección por sorpresa. Estad alerta y cuidad que todo esté en regla." ¡Dios! Si llegara a descubrir que tengo entre cadenas a este Florestán que él cree muerto desde hace tanto tiempo. ¡Él, que ha reavivado en mí el deseo de venganza! ¡Él, que quiso desenmascararme delante del Ministro y hacerme perder su favor! ¡Sí, hay un medio! Rápido. ¡Es un acto de audacia que hará desvanecer todas las inquietudes! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

¡Qué momento! ¡He de cumplir mi venganza! ¡Es el destino que te llama! ¡Hundir la espada en su pecho, oh, venturosa suerte! Una vez fracasé, y presa de la burla debí morder el polvo. ¡Permanecí allí, caído! Pero ahora es mi turno: ¡de víctima a verdugo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

Ha llegado su última hora, el hierro clavado en su herida, y todavía gritarle en su oído. ¡Triunfo! ¡Triunfo! ¡Triunfo! ¡Es mi victoria!

SOLDADOS

(En voz baja, unos a otros)

Habla de muerte, de heridas y sufrimientos... Debemos hacer la ronda, ¡qué importante debe ser, qué importante debe ser!

PIZARRO No debo perder un solo minuto para tomar todas las medidas que deberán servir a mis deseos. Solamente tomando todas las precauciones podré asegurar mi salvaguardia. 

(Al oficial)

¡Capitán, escuchadme! Subid de inmediato a lo alto de la torre con un trompetero. ¡Vigilad sin interrupción y con la mayor atención la ruta de Sevilla! ¡Cuando veáis venir un carruaje escoltado por jinetes, aproximándose al castillo, haced dar de inmediato la señal! ¿Entendéis? ¡la señal, inmediatamente! ¡Cuento con la mayor exactitud, me responderéis con vuestra cabeza! ¡Ahora, cada uno a su puesto! ¡Rocco! ¡Rocco!

Escena 7

ROCCO ¡Señor!

PIZARRO

(Para sí)

Tengo que ganarlo para mi causa. ¡No podré lograr mis fines sin su ayuda!

(A Rocco.)

¡Tú, viejo! ¡Acércate! ¡Viejo, el tiempo apremia! Comparte la felicidad que te espera; y serás un hombre rico. Y por eso te doy un adelanto.

ROCCO Decidme, sin tardar, en qué puedo serviros.

PIZARRO Eres un hombre de sangre fría, tu coraje es a toda prueba, después de tantos años de servicios.

ROCCO ¿Qué debo hacer? ¡Hablad! ¡Hablad! ¿Qué?

PIZARRO ¡Matar!

ROCCO

(Aterrado)

¿Cómo?

PIZARRO ¡Escucha! ¿Tiemblas? ¿Eres un hombre? No tenemos más tiempo que perder, ¡Es el propio Estado quien exige que nos desembaracemos de inmediato de ese sujeto tan peligroso! ¿Todavía dudas?

ROCCO ¡Oh, señor! ¡Oh, señor!

PIZARRO

(Para sí)

No puede seguir viviendo, si no estaré perdido.

ROCCO Siento temblar mis miembros. ¿Cómo podré soportar esto?

PIZARRO ¿Temblará acaso Pizarro? Tú vacilas, y yo quedaré en pie.

ROCCO Suceda lo que sucediere, no le quitaré la vida. No, señor, quitarle la vida, no es mi obligación.

(Sale Pizarro, entran Marcelina, Jaquino y Leonora)

Escena 8

LEONORA ¡Oh, abominable! ¿Adónde te diriges? ¿Qué tramas, llevado por tu odio? La compasión, la humanidad, ¿no ablandan tus entrañas de tigre? Igual que las olas del mar, se agitan en tu alma, la ira y la saña, así se me aparece un arco iris brillando sobre las oscuras nubes. Tanta paz me recuerda los viejos tiempos y calma mi sangre exaltada. ¡Ven esperanza, no dejes que desfallezca mi último anhelo! ¡Oh, ven! Ilumina mi meta que, aunque esté lejos, el amor la alcanzará. Yo seguiré mis impulsos, no desfalleceré, ¡el deber de esposa fiel me guía!

¡Oh tú, por quien tanto he sufrido, ¡si alcanzara el lugar donde la maldad te tiene encadenado, y llevarte consuelo! Yo seguiré mis impulsos, no desfalleceré, ¡el deber de esposa fiel me guía!

MARCELINA Padre, es la hora en la que  podemos permitir que los prisioneros respiren aire fresco.

ROCCO ¿Sin el permiso del Gobernador?

MARCELINA ¡Pero él ha hablado tanto tiempo contigo! Tal vez te ha pedido que le hagas un favor, en ese caso no se enfadará.

ROCCO ¿Un favor? Tienes razón, Marcelina. Puedo arriesgarme. ¡Vamos! ¡Jaquino y Fidelio, abrid las celdas de los prisioneros! Yo entretendré a Pizarro y mientras le hablaré en vuestro favor. 

MARCELINA ¡Muy bien, padre!

(Rocco sale. Leonora y Jaquino abren las puertas de las celdas)

Escena 9

PRISIONEROS

¡Qué delicia, respirar el aire, el aire libre a nuestro alrededor! ¡Qué delicia! Sólo aquí está la vida, ¡y la prisión es una tumba!

PRIMER PRISIONERO Queremos confiar en Dios, en su misericordia, la voz de la esperanza aún susurra; seremos liberados y encontraremos la paz.

PRISIONEROS ¡Oh, cielos! ¡Salvación! ¡Qué felicidad! ¡Oh, libertad, libertad! ¿Volverás algún día?

SEGUNDO PRISIONERO ¡Hablad bajo! ¡Atención, ojos y oídos nos vigilan!

PRISIONEROS ¡Hablad bajo! ¡Atención,  ojos y oídos nos vigilan!

(Entra Rocco)

Escena 10

LEONORA ¿Cuáles son las novedades?

ROCCO ¡Muy bien! ¡Muy bien! Reuní todo mi valor y todo se lo expuse. No creerás jamás lo que me respondió. Acepta la boda y también que tú me ayudes. Hoy mismo te conduciré a los calabozos conmigo.

LEONORA ¿Hoy mismo? ¿Hoy mismo? ¡Qué placer!  ¡Ah, qué felicidad!

ROCCO Veo tu alegría; en un instante bajaremos los dos juntos, sí, los dos juntos bajaremos.

LEONORA ¿Adónde? ¿Adónde?

ROCCO Allí, donde está ese hombre. Donde, semana a semana, he reducido las raciones.

LEONORA ¡Ah! ¿Y será liberado?

ROCCO ¡Oh, no!

LEONORA ¡Pero habla, habla!

ROCCO ¡Oh no! ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Oh, no! Tenemos que liberarlo, pero ¿cómo? En menos de una hora, recuerda, ni una palabra a nadie, tendremos que enterrarlo.

LEONORA Entonces, ¿está muerto?

ROCCO ¡No todavía, no todavía!

LEONORA Luego, ¿Debéis de matarlo? ¿Debéis matarlo?

ROCCO No, hijo mío, no tiembles, Rocco no se presta para matar. ¡No, no, no, no, no, no, no! El gobernador, el gobernador vendrá en persona aquí abajo, nosotros, simplemente cavaremos la tumba.

LEONORA

(Para sí)

¡Cavar la tumba de un esposo! ¿puede haber algo más horrible? ¿Qué?

ROCCO No puedo alimentarlo más, al menos la tumba le dará paz. No hay tiempo que perder, y tú debes ayudarme y acompañarme, el papel del carcelero es muy duro.

LEONORA ¡Te seguiré hasta la muerte!

ROCCO La derruida cisterna servirá a nuestros propósitos, créeme, lo hago a mi pesar ¿también tú tiemblas, me parece?

LEONORA Nunca hice nada parecido antes.

ROCCO Me hubiera gustado evitártelo, pero es demasiado para mí solo, y nuestro amo es tan severo.

LEONORA

(Para sí)

¡Oh, qué dolor!

ROCCO

(Para sí)

Me parece que está llorando.

(A Leonora)

¡No, no, quédate aquí, iré solo, iré solo, quédate aquí, no, quédate aquí!

LEONORA ¡Oh no, oh no, debo ver al desdichado, aunque yo mismo deba morir!

AMBOS No podemos perder tiempo, debemos cumplir con el deber.

Escena 11

MARCELINA ¡Ah, padre, padre, apúrate!

ROCCO ¿Qué sucede?

JAQUINO ¡No podemos demorar más!

ROCCO Pero ¿qué sucede?

MARCELINA ¡Viene Pizarro furioso, te amenaza!

JAQUINO ¡No se puede perder tiempo!

ROCCO ¡Calma! ¡Calma!

LEONORA ¡Fuera de aquí!

ROCCO ¡Una palabra! ¡Dime rápido, habla, ya lo sabe?

JAQUINO Sí, claro que lo sabe.

MARCELINA El Oficial le ha dicho lo que hemos permitido hacer a los prisioneros.

ROCCO ¡Hacedlos entrar de inmediato!

MARCELINA Recuerda cómo se enfurece cuando está de malhumor.

LEONORA ¡Mi corazón está furioso! ¡Mi sangre se rebela!

ROCCO ¡Mi corazón me protege, desafío al tirano!

Escena 12

PIZARRO

¡Qué temeridad, viejo! ¡Qué sacrilegio! ¿Qué derecho te adjudicas? ¿Qué siervo tuvo jamás el permiso de dejar salir a los prisioneros?

ROCCO ¡Oh, señor! ¡Oh, señor!

PIZARRO ¡Habla! ¡Habla!

ROCCO La llegada de la primavera, la claridad del sol y su cálida luz, además ¿habéis considerado todo lo que puede hablar en mi favor? En este día se celebra el santo del rey, y nosotros lo celebramos así. El de abajo agoniza. Dejemos entonces a los otros aquí, tomando aire un poco más. Reservad toda vuestra cólera para el otro.

PIZARRO Ve a cavar su tumba, urgente. Quiero que aquí haya paz. Esa es mi voluntad. ¡Conducid a los prisioneros y encerradlos, no toleraré más temeridad! 

Escena 13

PRISIONEROS ¡Adiós, tibia luz de los rayos del sol, dentro de unos instantes nos serán arrebatados! Volveremos otra vez a hundirnos en la noche, nuestros días sólo son una noche eterna.

MARCELINA ¡Cómo se apresuraron para gozar de la luz del sol y ahora deben abandonarla tristemente! Se van murmurando, que aquí no existen ni el placer ni la alegría.

LEONORA 

(A los Prisioneros.)

¡Habéis oído lo que ordenó, debéis volver a los calabozos sin demora!

(Para sí)

La angustia invade mi cuerpo, ¿no habrá ninguna sentencia que castigue este crimen?

JAQUINO

(A los Prisioneros.)

¡Habéis oído lo que ordenó, debéis volver a los calabozos sin demora!

(mirando a Rocco y Leonora).

¡Están preocupados por la incertidumbre! ¡Si pudiera entender lo que dicen!

PIZARRO Rocco, no hay tiempo que perder, ¡cumple con tu deber y desciende al calabozo! Y no vuelvas hasta que no hayas cumplido mi propósito.

ROCCO ¡No, señor, ya no demoraré más, bajaré al calabozo! ¡No, señor! ¿Qué emoción hace temblar todos mis miembros? ¡Qué deber tan severo, colmado de infortunio!

(Los Prisioneros regresan a las celdas. Leonora y Jaquino las cierran)

●●●

Acto II

La escena representa un oscuro calabozo subterráneo. A la izquierda del público hay una cisterna cubierta de piedras y polvo; atrás hay aberturas cubiertas con rejas a través de las que se pueden ver los peldaños de una escalera que lleva hacia arriba. A la derecha los escalones más bajos y la puerta a la prisión. Hay una lámpara ardiendo.

Escena 1

FLORESTAN ¡Dios! ¡Qué oscuridad hay aquí! ¡Qué silencio aterrador! La nada me rodea y nada, nada vive a mi alrededor. ¡Dios, qué dura prueba! ¡Tu voluntad es justa! ¡No me lamento, oh Dios que mides los pesares! En los días de la primavera de la vida, la felicidad ha huido lejos de mí. Me atreví a gritar la verdad y mi recompensa fueron las cadenas. Soportaré los sufrimientos, mi vida se extingue con vergüenza, pero mi corazón alienta un dulce consuelo: ¡he cumplido con mi deber! ¿No siento el murmurar, la dulzura de una brisa? ¿No es la claridad que ilumina mi tumba? Veo aparecer un ángel todo irisado de rosa, situarse junto a mí, consolador, tiene los rasgos de Leonora, mi esposa. ¡Un ángel! Viene para ayudarme y consolarme, hasta conducirme a la libertad del reino de los cielos.

Escena 2

(Rocco y Leonora bajan por la escalera. Traen útiles para cavar)

LEONORA ¡Qué frío hace en estas bóvedas subterráneas!

ROCCO ¡Naturalmente, están muy profundas!

LEONORA Creo que nunca encontraremos la entrada.

ROCCO

(Viendo a Florestán)

Aquí está.

LEONORA Parece que estuviera inanimado.

ROCCO Tal vez esté muerto.

LEONORA ¿Eso crees?

ROCCO No, no, está dormido. Debemos aprovechar y ponernos a trabajar de inmediato, no tenemos tiempo que perder.

LEONORA Es imposible distinguir sus rasgos. ¡Que Dios me ayude si se tratara de él!

ROCCO Aquí, bajo estos escombros está la cisterna de la que te he hablado. No tendremos que cavar muy profundamente para llegar a la entrada. Dame el pico y ponte cerca de mí. ¿Tiemblas, tienes miedo?

LEONORA ¡Oh, no, es solamente que hace frío!

ROCCO Entonces continúa, el trabajo te hará entrar en calor.

ROCCO Cavemos rápidamente, no pasará mucho tiempo y estará aquí.

LEONORA No tendrás motivo para quejarte, te garantizo que estarás satisfecho.

ROCCO Ven, ayúdame a levantar esta piedra, atención, cuidado, pesa demasiado.

LEONORA Ya te ayudo, no te quejes, haré todos los esfuerzos que hagan falta.

ROCCO ¡Un poco más!

LEONORA ¡Paciencia!

ROCCO ¡Se mueve!

LEONORA ¡Vamos, un poco más!

ROCCO ¡No es fácil!

ROCCO Cavemos rápidamente, no pasará mucho tiempo y estará aquí.

LEONORA Déjame retomar fuerzas, pronto estaremos finalizando.

(Para sí)

Quienquiera que seas te salvaré. Por Dios, que no serás sacrificado. ¡Seguro que soltaré tus cadenas y te liberaré, desdichado!

ROCCO ¿Por qué dudas en cumplir con tu deber?

LEONORA ¡No, padre mío, no dudo! No tendrás motivo para lamentarte, déjame simplemente retomar fuerzas, para mí ningún trabajo es pesado. ¡Se despierta!

ROCCO ¿Que se despierta, dices?

LEONORA Sí, acaba de levantar la cabeza.

ROCCO Seguro que va a hacerme mil preguntas. Tengo que hablar a solas con él.

LEONORA ¡Me es imposible expresar lo que siento!

ROCCO

(A Florestán)

¿Y bien, habéis descansado algo?

FLORESTAN ¿Descansado? ¿Acaso encontraré descanso?

LEONORA ¡Esa voz! Si solamente pudiese ver su rostro aunque fuera un instante.

FLORESTAN ¿Serás siempre sordo  a mi llanto, hombre cruel?

LEONORA ¡Dios! ¡Es él!

ROCCO ¿Qué pretendes que haga? Ejecuto las órdenes que me dan; es mi función, es mi deber.

FLORESTAN ¿Me diréis al fin  quién es el Gobernador de esta prisión?

ROCCO

(Para sí)

Ahora puedo satisfacer su curiosidad sin correr riesgos.

(A Florestán)

El Gobernador de esta prisión es Don Pizarro.

FLORESTAN ¡Pizarro!

LEONORA ¡Ah, el bárbaro! ¡Tu crueldad me devuelve las fuerzas!

FLORESTAN¡Rápido! Enviad lo antes posible a alguien a Sevilla a preguntar por Leonora Florestán...

LEONORA ¡Dios mío! No sospecha que ella en estos momentos cava su tumba.

FLORESTAN Decidle que estoy aquí, cubierto de cadenas.

ROCCO Es imposible, os digo. Correría a mi propia perdición sin ninguna utilidad.

FLORESTAN Entonces, si estoy condenado a terminar mis días aquí, ¡No me dejéis consumir lentamente!

LEONORA ¡Oh, Dios! ¿Quién podrá soportar esto?

FLORESTAN ¡Por piedad, dadme solamente una gota de agua! Es tan poca cosa.

ROCCO A pesar mío, me conmueve el corazón.

LEONORA Parece que se ablanda.

FLORESTAN ¿No me respondes?

ROCCO No puedo concederos eso que pedís. Todo lo que os puedo ofrecer, es un resto de vino que tengo en mi jarra. ¡Fidelio!

LEONORA ¡Aquí está! ¡Aquí está!

FLORESTAN

(Observando a Leonora)

¿Quién es?

ROCCO Mi ayudante, y en unos pocos días, mi yerno. ¡Bebe! No es más que un poco de vino, pero os lo doy de corazón.

(A Leonora)

¿Estás emocionado?

LEONORA ¿Y quién no iba a estarlo?

ROCCO Es cierto. Tiene una voz tan conmovedora...

LEONORA Sí, una voz que penetra hasta el fondo del corazón.

FLORESTAN Seréis recompensados en mundos mejores, el cielo, es quien os ha enviado a mí. Os agradezco vuestra compasión. Pero no podré retribuiros esta buena acción.

ROCCO De corazón he calmado la sed de este pobre hombre. He hecho lo que me dictó mi deber, pero odio toda crueldad.

LEONORA Con cuánta violencia late mi corazón, dudando entre latidos de alegría y de agudo dolor. Se acerca la hora sublime y fatal que me traerá la muerte o la salvación.

FLORESTAN Me parece ver que este joven está conmovido, y este hombre está lleno de emoción. ¡Oh, Dios! ¿Me dejas la esperanza  de poder ganarlos para mi causa?

LEONORA

(a Rocco)

Es un trozo de pan, sí, desde hace dos días que lo llevo conmigo.

ROCCO Me gustaría dárselo pero te advierto, que será arriesgarse demasiado.

LEONORA ¡Ah, sin embargo disteis de beber al pobre hombre!

ROCCO ¡Eso no tiene nada que ver!

LEONORA Y pronto dejará de existir.

ROCCO Está bien, de acuerdo, puedes hacerlo.

LEONORA ¡Tomad, tomad este pan, pobre hombre!

FLORESTAN ¡Gracias a ti, gracias! Seréis recompensados en mundos mejores, el cielo, es quien os ha enviado a mí. Os agradezco por este dulce consuelo. Pero no podré pagaros esta acción.

LEONORA El cielo te ha enviado la salvación, para mí será suficiente recompensa.

ROCCO Muchas veces me conmovió tu sufrimiento, pero la ayuda me estaba prohibida.

LEONORA ¡He reconfortado al pobre hombre!

FLORESTAN Yo no puedo recompensaros, ¡oh, gracias! Me habéis reconfortado. ¡Gracias!

LEONORA Es más de lo que puedo soportar, pobre hombre.

ROCCO

(a Leonora.)

Todo está preparado. Voy a dar la señal.

LEONORA ¡Oh Dios mío, dadme coraje y fuerza!

FLORESTAN ¿Dónde va? ¿Es ya el anuncio de mi muerte?

LEONORA ¡No, no! Tranquilízate, querido prisionero.

FLORESTAN ¡Oh, Leonora mía! ¿No te volveré a ver?

LEONORA ¡Todo mi corazón me arrastra hacia él! ¡Tranquilízate, te digo! ¡No olvides que sea lo que fuere lo que oigas o veas, existe sobre todo, sí, existe la Providencia!

Escena 3

(Entra Pizarro)

PIZARRO ¿Está todo preparado?

ROCCO Sí, sólo falta abrir la cisterna.

PIZARRO Bien. Que ese joven se retire.

ROCCO

(A Leonora.)

¡Vete, retírate!

LEONORA ¿Quien?... ¿Yo?... ¿Y tú?

ROCCO ¿Debo sacar los hierros al prisionero? ¡Ve, ve!

PIZARRO A estos dos tengo que sacármelos de encima hoy mismo, para que todo esto quede en secreto.

ROCCO 

(A Pizarro.)

¿Debo sacarle las cadenas?

PIZARRO No, pero apártalo de la piedra. El tiempo apremia. ¡Que muera! Pero antes tiene que saber quién es el que destrozará su corazón orgulloso. Que se disipen las tinieblas de la venganza. ¡Mira! ¡Sí, no te engañas! ¡Pizarro, al que querías perder, Pizarro al que ahora debes temer! ¡Está ahora aquí, como vengador!

FLORESTAN ¡Un asesino está ante mí!

PIZARRO Nuevamente te recuerdo lo que has hecho, un instante más y esta daga...

LEONORA ¡Atrás!

FLORESTAN ¡Dios mío!

ROCCO ¿Qué significa esto?

LEONORA ¡Antes deberás atravesar este pecho, y que mi muerte sirva para saciar tus instintos asesinos!

PIZARRO ¡Es una locura! ¡Es una locura! ¡Que sea castigado!

FLORESTAN Un asesino, un asesino, está frente a mí.

ROCCO

(A Leonora)

¡Detente, apártate! ¡Detente, apártate!

LEONORA ¡Primero mata a su mujer!

PIZARRO ¿Su mujer?

ROCCO ¿Su mujer?

FLORESTAN ¿Mi mujer?

LEONORA ¡Sí, mira a Leonora!

FLORESTAN ¡Leonora!

LEONORA ¡Soy su mujer, y le he jurado consolarle  a pesar tuyo!

PIZARRO ¿Su mujer?

ROCCO ¿Su mujer?

FLORESTAN ¿Mi mujer?

LEONORA ¡Desafío su furor! ¡Que sea tu perdición! ¡Que la muerte te castigue, pero primero tendrás que atravesar este pecho!

(mostrando un arma)

¡Una palabra más y estarás muerto!

FLORESTAN ¡Mi sangre salta de alegría!

PIZARRO ¡Qué audacia inaudita! ¡qué audacia inaudita! ¿Ja, ja, tendré que temblar ante una mujer? Entonces que mueran los dos ante mi furia, ¡si has compartido la vida con él, comparte también la muerte!

ROCCO ¡Mi sangre se congela de angustia!

(Suena una trompeta)

LEONORA ¡Estás salvado! ¡Gran Dios!

FLORESTAN ¡Ah, estoy salvado, gran Dios!

PIZARRO ¡Ah! ¡El Ministro, infierno y muerte!

ROCCO ¿Qué significa esto? ¡Dios justiciero!

Escena 4

(Entran, Jaquino, soldados)

JAQUINO Padre Rocco, llega el Ministro, su séquito ya espera ante las puertas del castillo.

ROCCO ¡Alabado sea Dios! ¡Vamos! ¡vamos de inmediato! ¡Y que estos soldados con antorchas acompañen al señor Gobernador!

LEONORA ¡Es la hora de la venganza, y estamos salvados! El coraje y el amor serán nuestros liberadores.

FLORESTAN ¡Es la hora de la venganza, y seré salvado! El coraje y el amor serán mis liberadores.

PIZARRO Maldita sea esta hora, los traidores me desafían. ¡La desesperación se une a mi sed de venganza!

ROCCO ¡Qué hora terrible! ¿Oh, Dios, qué suerte me espera? No quiero ser servidor de este tirano.

Escena 5

(Salen todos menos Leonora y Florestán)

FLORESTAN Leonora mía, ¿qué has hecho por mí? ¿Pero todavía podemos tener esperanzas?

LEONORA ¡Sí podemos tener esperanzas! La llegada del ministro, la confusión de Pizarro, y sobre todo el testimonio del buen Rocco, son suficientes razones para creer que nuestros sufrimientos han terminado y que la hora de nuestra felicidad no tardará.

FLORESTAN Dime, ¿cómo has llegado aquí?

LEONORA Dejé Sevilla, vine hasta aquí a pie, vestida de hombre, el carcelero me empleó como sirviente, tu perseguidor fue quien me hizo su ayudante.

FLORESTAN ¡Mujer fiel! ¡Esposa incomparable! ¡Qué no has sufrido por mí!

LEONORA ¡Nada, mi Florestán! Mi alma estaba cerca de ti, ¿cómo no tendría fuerza mi cuerpo para luchar por el que es mi mayor bien? ¡Oh, indecible felicidad! ¡Mi esposo junto a mi pecho! Después de terribles sufrimientos, es la culminación de la dicha. ¡Al fin te tengo en mis brazos! ¡Gracias a Ti, Dios, por esta dicha! ¡Mi esposo, mi esposo, junto a mi pecho! ¡Soy yo! ¡Eres tú! ¡Celestial deleite! ¡Florestán! ¡Florestán! ¡Florestán!

FLORESTAN ¡Oh, indecible felicidad! ¡Junto al pecho de Leonora! Después de indecibles sufrimientos, es la culminación de la dicha. ¡Oh Dios, cuán inmensa es tu piedad, oh Dios, cuán inmensa es tu piedad! ¡Gracias a Ti, Dios, por esta dicha! ¡Mi mujer, mi mujer, junto a mi pecho! ¡Eres tú! ¡Deleite celestial! ¡Soy yo! ¡Leonora! ¡Oh, Leonora!

Escena 6

(Entra corriendo Rocco)

ROCCO ¡Oh desdichados, he aquí una buena noticia para todos vuestros sufrimientos! El señor ministro tiene la lista de todos los prisioneros, deben ser todos presentados ante él. Jaquino ya está abriendo las celdas. Tú eres el único que no figura en la lista. Tu permanencia aquí es solamente por la arbitrariedad del Gobernador. ¡Ven! ¡Sígueme! ¡Tú también, estimada señora! Y si Dios quiere confirmar mis palabras y recompensar el acto heroico de la más noble de las esposas, seréis libres y vuestra dicha será la mía.

FLORESTAN ¡Leonora!

LEONORA ¡Qué milagro!

ROCCO ¡Venid sin dudar! Allá arriba sabréis todo. Mirad otra vez estas cadenas. Dios hará que actúen como prenda de piedad y que sirvan para castigar al cruel tirano que os ha causado tantos sufrimientos.

Escena 7

(Plaza de la prisión)

PUEBLO ¡Bendito sea el día y la hora, tanto tiempo esperada y sin embargo imprevista, en que justicia y gracia se unen para aparecer ante nuestra tumba!

FERNANDO La voluntad y el placer del mejor de los reyes, me guía a vosotros, desdichados, para disipar el velo de la noche criminal, que envuelve todo con su pesada lobreguez. Cesad de estar de rodillas como esclavos sumisos. No vengo aquí como un tirano insensible. Soy un hermano que viene a conocer a sus hermanos. Si puede venir a ayudar, lo hará de buen grado.

PUEBLO, PRISIONEROS ¡Bendito sea el día, bendita sea la hora! ¡Bendita!

Escena 8

ROCCO ¡Venid entonces a ayudar! ¡Ayudad a estos desgraciados!

PIZARRO

(A Rocco)

¿Qué veo frente a mí? ¡Vete! ¡Vete!

FERNANDO

(A Rocco)

¡Entonces, habla!

ROCCO

(A Pizarro)

¿Está turbado? ¡Que esta pareja encuentre al fin la piedad! ¡He aquí a Don Florestán!

FERNANDO ¿Es el que creíamos muerto? ¿El que ha servido noblemente a la verdad?

ROCCO ¡Y que ha sufrido indecibles tormentos!

FERNANDO ¡Mi amigo, mi amigo, que creíamos muerto! Exangüe y encadenado, está frente a mí.

LEONORA, ROCCO Sí, Florestán, Florestán es el que veis aquí.

ROCCO

(Señalando a Leonora)

Y Leonora.

FERNANDO ¿Leonora?

ROCCO Os presento a la perla de las mujeres. Ha venido aquí...

PIZARRO Debo deciros dos palabras.

FERNANDO ¡Ni una palabra! Ella ha venido...

ROCCO Ante mi puerta, luego entró a mi servicio como ayudante de carcelero, rindió tan buenos y leales servicios que me decidí a elegirlo de yerno.

MARCELINA ¡Qué desgracia, ¿qué oyen mis oídos?

ROCCO Este monstruo se preparaba hace un instante a darle muerte a Florestán.

PIZARRO ¡Junto con él!

ROCCO Con nosotros, sólo vuestra llegada, desbarató sus planes.

CORO ¡Que sea castigado el malvado que oprime a los inocentes! ¡Que la justicia alce la espada de la venganza para el Juicio!

FERNANDO

(A Rocco)

Has abierto la tumba de este noble sujeto. Ahora tienes derecho a soltar sus cadenas. ¡No, espera! Eres tú, noble mujer, tú sola a quien corresponde liberarlo.

LEONORA ¡Oh Dios, oh Dios, qué momento!

FLORESTAN ¡Oh dulce, inexpresable dicha!

FERNANDO ¡Oh Dios que nos oyes, tu juicio es justo!

MARCELINA ¡Nos has puesto a prueba, no nos abandones!

ROCCO ¡Nos has puesto a prueba, no nos abandones!

LEONORA, FLORESTAN, FERNANDO, CORO

¡Oh Dios, qué momento! ¡Oh dulce, inexpresable dicha! ¡Oh Dios que nos oyes, tu juicio es justo! ¡Pruebas nuestros corazones sin abandonarnos!

CORO Que quien ha conquistado el amor de una noble mujer, una su alegría a la nuestra. Nunca uniremos demasiadas voces para alabar a la mujer que fue salvadora de su esposo.

FLORESTAN Sólo tu fidelidad me mantuvo vivo, la virtud destruye a los malvados.

LEONORA Es el amor quien ha guiado mis esfuerzos. El verdadero amor nada teme.

CORO Alabemos con ardor a Leonora, su nobleza y su corazón.

FLORESTAN, CORO Que quien conquistó el amor de una noble mujer, una su alegría a la nuestra. Nunca se alabará bastante a la salvadora del propio esposo.

LEONORA El amor me ha permitido liberarte de tus cadenas. Felizmente, se debe proclamar que Florestán vuelve a ser mío.

Traducido por: Mónica Zaionz 1998

●●●

Componentes del Coro Nacional de España

Director titular y artístico: David Afkham

Director del CNE: Miguel Ángel García Cañamero

Subdirector del CNE: Esteban Urzelai Eizagirre

Sopranos

Patricia González Arroyo (jefa de cuerda de sopranos)

Delia Agúndez Calvo

Irene Badiola Dorronsoro

Francesca Calero Benítez

Rebeca Cardiel Moreno

Marta Clariana Muntada

Idoris Verónica Duarte Goñi

Paloma Friedhoff Bello

Mª Esther Garralón García-Quismondo

Mª Isabel González González

Agnieszka María Grzywacz

Carmen Gurriarán Arias

Gloria Londoño Aristizábal

Ainhoa Martín Carrillo

Ariadna Martínez Martínez

Rosa Miranda Fernández

Catalina Moncloa Dextre

Mª de los Ángeles Pérez Panadero

Margarita Rodríguez Martín

Ana Mª Sánchez Moreno

Rosa María de Segovia García

Tenores

Ariel Hernández Roque (jefe de cuerda de tenores)

José Mª Abad Bolufer

Fernando Aguilera Martínez

Pablo Alonso Gallardo

Diego Blázquez Gómez

Santiago Calderón Ruiz

Fernando Campo Mozo

Emiliano Cano Díaz

Fernando Cobo Gómez

César Hualde Resano

Daniel Huerta Olmo

Luis Izquierdo Alvarado

Eduardo López Ovies

Manuel Mendaña García

Helios Pardell Martí

Xabier Pascual Gant

Daniel Adolfo Rey-Grimau Garavaglia

Ángel Rodríguez Rivero

Federico Teja Fernández

Contraltos

Marta de Andrés Martín

Lola Bosom Nieto

Marta Caamaño Hernández

Mª José Callizo Soriano

Ángela Castañeda Aragón

Fátima Gálvez Hermoso de Mendoza

Helia Martínez Ortiz

Manuela Mesa Pérez

Ainara Morant Amezaga

Carolina Muñoz Torres

Begoña Navarro García

Beatriz Oleaga Ballester

Laura Ortiz Ballesteros

Adelaida Pascual Ortiz

Pilar Pujol Zabala

Rosa María Ramón Fernández

Ana María Ramos Liso

María Ana Vassalo Neves Lourenço

Daniela Vladimirova Lazarova

Bajos

Alfonso Martín González (jefe de cuerda de bajos)

José Bernardo Álvarez de Benito

Jaime Carrasco González

José Antonio Carril Iruretagoyena

Eliel Carvalho Rosa

Eduardo Córcoles Gómez

Víctor Cruz García

Hugo Abel Enrique Cagnolo

Hélder Jaír Espinosa Borja

Federico Gallar Zamorano

Juan Pedro García Marqués

Antonio Isidoro González Alonso

Mario Nicolás Lizán Sepúlveda

Pedro Llarena Carballo

Álvaro de Pablo González

Alesander Pérez Fernández

Enrique Sánchez Ramos

Francisco Javier Santiago Heras

Manuel Antonio Torrado González

Gabriel Zornoza Martínez

Pianistas

Jesús Campo Ibáñez

Sergio Espejo Repiso


Archivo Coro Nacional de España

Víctor Sánchez Tortosa

Auxiliar del Coro Nacional de España 

Francisco Gabriel Bejarano Navajas

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