Pintor ruso, nacido en 1844, en Chuguyev, Rusia, + Kuokkala, Rusia, 1930.
Iliá Yefímovich Repin. Chujúyiv, Gobernación de Járkov, Imperio ruso, 24 de julio (Juliano) / 5 de agosto de 1844 (Gregoriano) - Kuokkala, Finlandia —actualmente Répino en el distrito de Kurortny de San Petersburgo—, 29 de septiembre de 1930.
Fue un destacado pintor y escultor ruso de origen ucraniano, del movimiento artístico de los Itinerantes. Sus obras, enmarcadas en el realismo, contienen a menudo una gran profundidad psicológica y muestran las tensiones del orden social existente.
Desde 1878 fue miembro de la Sociedad de Exposiciones Artísticas Itinerantes -grupo de pintores realistas-, y después fue nombrado académico de la Academia Imperial de Bellas Artes. Profesor, maestro de taller (1894-1907) y rector (1898-1899) de la Academia; profesor de la Escuela de Artes y Oficios Maria Tenicheva, tuvo como alumnos a Borís Kustódiev, Ígor Grabar, Iván Kulikov, Filip Maliavin, Anna Ostroúmova-Lébedeva y Nikolái Fechin. También fue profesor de Valentin Serov.
Desde el comienzo de su actividad creativa en la década de 1870, Repin se convirtió en una de las figuras clave del realismo ruso. Consiguió reflejar en sus cuadros la diversidad de la vida que le rodeaba, abarcando en su obra todas las dimensiones de la contemporaneidad, abordando los temas que atraviesan la sociedad y reaccionando con fuerza ante los acontecimientos contemporáneos. Su lenguaje pictórico tiene una plasticidad propia, y adopta una variedad de estilos, desde los de los pintores españoles y holandeses del siglo XVII, hasta los de Alexander Ivanov, así como elementos de los impresionistas franceses, que fueron sus contemporáneos pero a los que nunca veneró.
La obra de Repin floreció en la década de 1880. Compuso una galería de retratos de sus contemporáneos, trabajó como pintor de historia y de escenas de género. De la pintura histórica le atraía la posibilidad de expresar la fuerza emocional de la escena representada. También encontró inspiración en la pintura de la sociedad contemporánea, e incluso cuando representaba un pasado legendario, seguía siendo un maestro de la representación de lo inmediato, eliminando la distancia entre el espectador y los protagonistas de su obra.
Según Vladímir Stasov, la obra de Repin constituye una enciclopedia de Rusia tras la abolición de la servidumbre. Pasó los últimos treinta años de su vida en Finlandia, en su finca Los Penates en Kuokkala. Allí siguió trabajando, aunque con menos intensidad que antes. Escribió sus memorias, publicadas tras su muerte con el título "Далёкое близкое" -Lejos, cerca.
A finales de la década de 1920, empezaron a publicarse en la URSS detallados trabajos sobre su obra y alrededor de diez años después fue puesto como ejemplo para ser imitado por los artistas del realismo socialista.
Su padre, Yefim, era militar y también un colono que se dedicaba al cultivo de la tierra.
A los 13 años, Repin entró de aprendiz en el taller de un artista local dedicado a los iconos llamado Iván Bunakov. Igualmente, empezó a estudiar la técnica del retrato. En 1866, se trasladó a San Petersburgo e ingresó en la Academia Imperial de las Artes.
Con su primera obra maestra, La Resurrección de la hija de Jairo, ganó la medalla de oro de un concurso de la Academia, y con ella una beca para estudiar en Francia e Italia.
Así fue como Repin vivió en París, donde recibió la influencia de los impresionistas, lo que influyó decisivamente en su forma de usar la luz y el color. Sin embargo, su estilo continuó siendo más afín al de los maestros de la vieja escuela, especialmente Rembrandt, y nunca llegó a convertirse en un impresionista. A lo largo de su carrera retrató a la gente común, tanto ucraniana como rusa, aunque en sus últimos años también representó en sus obras a miembros de la élite de Imperio Ruso, la intelligentsia, la aristocracia y al propio Zar Nicolás II.
En 1878, Repin se unió a la Sociedad de Exposiciones Artísticas Itinerantes, generalmente conocida como Los Itinerantes –Peredvízhniki-, que en la época en la que Repin llegó a la, por entonces capital rusa, se rebelaron contra el formalismo de la Academia. La fama le llegó a Repin con su pintura Los Sirgadores del Volga, una obra que denuncia de un modo impactante el duro sino de las personas dedicadas a ese trabajo.
Poco antes del asesinato del Zar Alejandro II, en 1881, Repin empezó a pintar una serie de cuadros relacionados con el movimiento revolucionario ruso: Negativa a confesarse, Arresto de un propagandista, El encuentro de los revolucionarios y No lo esperaban, siendo esta última su obra maestra sobre este tema. En ella se representa la sorpresa de una familia ante la vuelta al hogar de uno de sus miembros, exiliado político.
Su obra Procesión de Pascua en la región de Kursk se considera con frecuencia un arquetipo del estilo nacional ruso, mostrando diversas clases sociales y las tensiones entre ellas, dentro del contexto de la práctica de una tradición religiosa y unidas en un lento pero continuo avance.
En 1885, Repin terminó una de sus pinturas de mayor intensidad psicológica:Iván el Terrible y su hijo. Este óleo muestra a un horrorizado Iván que abraza a su hijo agonizante, a quien acaba de golpear y herir mortalmente en un acceso de ira. La mirada de espanto de Iván contrasta profundamente con la expresión serena de su hijo.
Una de las pinturas más complejas de Repin, que ocupó al artista durante muchos años y, en gran medida, es fruto de una concienzuda investigación llevada a cabo conjuntamente con el historiador ucraniano Dmytró Yavornitski, que incluyó numerosos viajes a la región que habitaban los cosacos de Zaporozhia. Repin concibió la obra como un estudio en clave de humor, pero también pensaba que recogía el ideal de libertad, igualdad y fraternidad; en pocas palabras, el republicanismo de los cosacos ucranianos. Comenzó el cuadro en 1880 y no lo completó hasta 1891. Irónicamente, fue adquirido de forma inmediata por el zar, que pagó por él treinta y cinco mil rublos; una cantidad desorbitada en la época. Otra versión del cuadro, realizada entre los años 1889 y 1896, se conserva en el Museo de Bellas Artes de Járkov. Además, Repin pintó dos esbozos al óleo para este cuadro: uno se encuentra en la Galería Tretiakov; y el otro, en el Museo Nacional de Arte de Bielorrusia, en Minsk.
En su madurez, Repin retrató espléndidamente a muchos de sus más ilustres compatriotas, incluyendo a los novelistas León Tolstói e Iván Turguénev, el científico Dmitri Mendeléyev, el jurista y político Konstantín Pobedonóstsev, el filántropo y mecenas Pável Tretiakov, los compositores Modest Músorgski, Aleksandr Borodín, Aleksandr Glazunov, Mijaíl Glinka, Antón Rubinstein y el poeta y pintor ucraniano Tarás Shevchenko.
En 1900, el gobierno ruso le encargó su mayor obra: un óleo de 400 por 877 centímetros representando una sesión solemne del Consejo de Estado del Imperio ruso.
El propio Repin diseñó su casa, situada a unos cuarenta kilómetros al noroeste de San Petersburgo, en el istmo de Karelia. La finca Los Penates debe su nombre a los ídolos romanos protectores de la familia y del hogar. Tras la Revolución de Octubre (1917), la zona fue incorporada a Finlandia. Diversas instituciones soviéticas lo invitaron a volver a su tierra natal, pero él rechazó los ofrecimientos argumentando que era muy anciano. Durante esta época, Repin dedicó mucho tiempo a pintar temas religiosos, aunque en general el tratamiento que hizo de los mismos fue muy innovador.
Con la excepción del retrato del primer ministro del gobierno provisional, Aleksandr Kérenski, Repin no pintó nada relevante en relación con la Revolución de 1917 o el gobierno soviético que la siguió. Su último cuadro es un festivo y exuberante óleo llamado Gopak dedicado a la danza popular ucraniana Hopak.
Aunque Repin ilustró en repetidas ocasiones obras de Tolstoi, Pushkin, Gógol, Lermontov, Nekrasov, Garshin o Leskov, este aspecto de la obra del pintor es poco conocido, y ha permanecido insuficientemente estudiado.
Según el testimonio de Ígor Grabar, Repin pintó sus primeros bocetos en acuarela para Canciones sobre el comerciante Kalashnikov durante sus estudios en la Academia de Bellas Artes, luego, en 1868, para Kiribeyevich, predecesor de Alion Dmitrievich seguido de otros dos dibujos sobre este tema. A estas ilustraciones siguen las de poemas de Lermontov; En el cielo de medianoche voló un ángel -1880- y Tres palmeras -1884-, el drama Mascarada y el relato corto Bela, de Un héroe de nuestro tiempo. Ninguno de los dos fue publicado. Fueron criticados por los autores de la Enciclopedia de Lermontov y del Diccionario enciclopédico de Lermontov por su exagerado romanticismo y la incapacidad del pintor para penetrar en el pensamiento trágico del poeta. A diferencia de estas acuarelas, el dibujo a lápiz, Kazbitch hiere a Bela, 1887, figura entre las mejores obras del pintor después de Lermontov. La acuarela Pechorin en la ventana , de la década de 1890 ilustra finalmente el cuento La princesa María.
A esta obra siguieron una serie de ilustraciones para otro poema de Lermontov, El profeta. Estas acuarelas en sepia estaban destinadas al primer volumen de las obras completas de Lermontov, que se publicarían en 1891. Dos de ellas representan al profeta entre sus contemporáneos, El profeta a la entrada del templo y la multitud que se burla de él, y Ellos abuchean y tiran piedras en el camino del Profeta, el tercero, El profeta réprobo en el desierto, cierra esta serie. Son, según los autores de la Enciclopedia de Lermontov, un notable intento de plasmar el pensamiento profundo de esta obra. La imagen que Repin da del profeta, sin duda influida por Tolstoi, es insólita: ya anciano, de pelo largo, un intelectual barbudo vestido con harapos más que con ropas. Esta mirada ardiente en un rostro demacrado, este aspecto, contrasta con el de los demás personajes, rudos y groseros. Pero este cuadro es una variación del pintor sobre el tema de la modernidad, más que una ilustración literaria tradicional. Los dibujos no satisficieron al propio Ilyá Yefimovich, y al final estas ilustraciones no se publicaron. Sin embargo, el pintor volvió entonces a Lermontov en 1914-1915, con dibujos que ilustraban El demonio y El novicio.
Repin, en cambio, tuvo más éxito cuando ilustró a Gogol, y plasmó con fuerza y precisión la psicología de sus personajes. Nicolás Gogol era uno de los escritores favoritos del pintor, y se enfrentó a él en varias ocasiones. Primero se interesó por Diario de un loco en la década de 1870. Después trabajó durante muchos años en los Zaporogos, cuyos personajes son los de Tarás Bulba, pero también realizó dibujos inspirados en esta obra, Andrei y la hija del voivoda, 1890. Además, realizó cuatro ilustraciones para La feria de Sorotchyntsi, 1870, y una para Una venganza horrible, 1890. En 1896, el pintor hizo un nuevo boceto de Poprischin, el protagonista del relato Diario de un loco. Encontró en él, según la expresión de Yossif Brodski, un alma grotesca y chirriante en extremo.
En 1913 se presentaron al público cinco dibujos del protagonista de El diario de un loco, de Gogol. El crítico de arte Konstantin Kouzminski, que los vio expuestos en la galería Lemercier, tuvo esta impresión:
Dos de estas ilustraciones producen una imagen especialmente fuerte. La de Poprischin con una gorra de uniforme parece representar el momento "en que decide ver a Fidel e interrogarle". La locura se le nota en los ojos. Se puede ver una concentración extraordinaria en su rostro. Está completamente absorto, intentando descifrar el significado oculto de la conversación entre dos amantes de los perros que escuchó por casualidad en Nevsky Prospect... En el segundo dibujo, aún más impactante, está tumbado en su cama, con la mirada perdida, y en él se ve claramente que Poprischin, en ese mismo momento, está viendo y oyendo de verdad a la mujer del director, o la conversación entre los amantes de los perros, o se está viendo a sí mismo con la corona o el abrigo del Rey de España.
La serie Lenski asesinado está dedicada a Eugenio Oneguin de Pushkin. Es una de las variantes de un proyecto que, in fine, se convertiría en el cuadro El duelo de Onegin y Lensky.
Los dibujos El encuentro del ángel con el zapatero Semión cerca de la capilla y El ángel con el zapatero Semión en una cabaña, fueron realizados en 1881 y 1882 para ilustrar el cuento de Tolstoi, "De qué vive la gente", en una colección de cuentos infantiles de este escritor y Turguénev, publicada en 1882. Se completaron en 1889 con el sketch Le Cordonnier Semione prend les mesures du pied du barine. La colección fue reeditada varias veces. Además, el pintor ilustra algunas otras obras menores de Tolstói, entre ellas una representación del diablo para el cuento El principio del pan.
Kuzminsky considera que el cuadro Los sirgadores del Volga se hace eco del poema de Nikolái Nekrásov, Meditación sobre un viaje a vapor- 1858, pero el propio Repin indica que fueron los versos de Nekrasov, Sal hacia el Volga....que leyó dos años antes de empezar este cuadro. Según el mismo crítico, el cuadro Sadkó es también una ilustración, pero esta vez de bylinas rusas. Otras obras mencionan los dibujos de Repin de las obras, La Hermosa Aza, Daniel el Concienzudo, o La Montaña de Nikolái Leskov, Los Pintores, de Vsévolod Garshin, El Rey Lear, de William Shakespeare, Los Mujiks, de Anton Chéjov, Los siete ahorcados de Leonid Andréiev, o de Máximo Gorki.
Las ilustraciones de Repin, según los historiadores del arte, se distinguen por su vida, agudeza, encanto artístico y verdad psicológica. Observan que el pintor varía su estilo en estas obras según el del escritor:cuando ilustra a Gogol, es realista, para Tolstoi, se convierte en mentor, para Pushkin y Lermontov, en romántico. Pero Ivan Lazarevsky, en su artículo Repin Ilustrador da una visión negativa de esta parte de su obra. Basa su juicio en la opinión de Valentlin Serov y en la decepción expresada por el propio Repin ante su capacidad para ilustrar un libro:
Dios no le dio cuernos a la vaca para pelear... El resto de mi vida siempre quise hacer ilustraciones. Sobre todo cuando aún no me sentía capaz. Por ejemplo, Pushkin, y sus Cuentos del difunto Iván Petróvich Belkin, y el tan poderoso Cartero. Cómo ardía en mí. Pero tantas veces malgasté papel, y nada salió de ello. No guardé ni un fragmento, lo destruí todo. No, basta de ilustraciones para siempre. Si tengo un talento, es el de un pintor que ve, no que imagina.
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