sábado, 13 de enero de 2024

ANTÓN CHEJOV ● LA GAVIOTA

 

Chejov, de Osip Braz, 1898

Anton Chejov leyendo su obra La Gaviota a la compañía del Teatro de Arte de Moscú. A su derecha, sentado, Konstantin Stanislavski y, junto a él, Olga Knipper. La esposa de Stanislavski, María Liliana, está sentada a la izquierda de Chéjov. En el extremo derecho de la fotografía está sentado Vsevolod Meyerhold y Vladimir Nemirovich-Danchenko se encuentra en el extremo izquierdo de la fotografía.

La Gaviota / Чайка / Chayka,  es una pieza teatral en cuatro actos de Antón Chéjov, escrita en 1896; es la primera de las generalmente consideradas sus cuatro obras maestras. Se centra en los conflictos románticos y artísticos entre cuatro personajes: La ingenua Nina, deseosa de triunfar en el teatro, la anteriormente gloriosa actriz Irina Arkádina, el dramaturgo experimental Konstantín Tréplev, hijo de Arkádina, y el famoso y curtido escritor Trigorin.

Como el resto de los dramas de Chéjov, La Gaviota depende de un bien formado elenco de diferentes y bien desarrollados personajes. En oposición a muchos melodramas teatrales del siglo XIX, terribles acciones, como el suicidio o intento de suicidio de Tréplev, devastado por no haber conseguido siquiera la atención de Nina, suceden tras bastidores. Los personajes tienden a hablar en circunloquios en torno a un tema, en lugar de discutirlo expresamente, un concepto conocido como 'subtexto'.

La obra tiene una fuerte relación con el Hamlet de Shakespeare. Arkádina y Tréplev lo citan en el primer acto y hay muchas alusiones a la trama de la tragedia shakesperiana, por ejemplo, Tréplev intenta que su madre vuelva y abandone al usurpador Trigorin como Hamlet intenta que la Reina Gertrudis regrese, abandonando a Claudio.

La noche de estreno de la producción en el estatal Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo fue un sonado fracaso. Pero cuando Konstantín Stanislavski la dirigió en una posterior producción para el Teatro de Arte de Moscú, la obra triunfó en todos los aspectos.

Como hemos visto, la primera noche en que se presentó La Gaviota, el 17 de octubre de 1896 en el estatal Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo fue un desastre, abucheada por la audiencia. Vera Komissarzhévskaya, a quien algunos consideraban como la mejor actriz en Rusia, y quien, de acuerdo con Chéjov, hizo llorar a la gente en el papel de Nina durante los ensayos, fue intimidada por la hostil audiencia y perdió la voz. Al día siguiente, Chéjov, que se había refugiado tras bastidores en los últimos dos actos, anunció al editor Alekséi Suvorin que desistía de escribir teatro¡ y cuando sus partidarios le aseguraron que en las siguientes representaciones hubo más éxito, Chéjov asumió que simplemente estaban siendo amables.

La Gaviota impresionó al también dramaturgo Vladímir Nemiróvich-Dánchenko, quien dijo que Chéjov debió haber ganado el premio Griboyédov ese año en su lugar. Y fue Nemiróvich-Dánchenko quien convenció a Konstantín Stanislavski para que dirigiera la obra en el innovador Teatro de Arte de Moscú en 1898. La producción fue tan exitosa que el teatro adoptó la gaviota como emblema y la colaboración de Chéjov con Stanislavski fue crucial para el desarrollo creativo de ambos personajes: en Stanislavski supuso crear nuevos criterios en la dramaturgia como la cuarta pared y el subtexto, y el respeto hacia el realismo psicológico; en el caso de Chéjov fue esencial para reanimar su interés por escribir teatro.

Entre las representaciones de la obra en España, tenemos la dirigida en 1959 en el Teatro Windsord de Barcelona, por Alberto González Vergel, interpretada por Amparo Soler Leal, Josefina de la Torre, Francisco Piquer y Mary Paz Ballesteros. 

Amparo Soler Leal, con Luis García Berlanga

Cuatro años más tarde, en 1963, el mismo director llevó el montaje al Teatro Valle-Inclán de Madrid, contando con la interpretación de Asunción Sancho, Rafael Llamas, Ana María Noé y Mari Paz Ballesteros.

Cuatro años después, en 1967, el propio González Vergel se hizo cargo de una versión para TVE, emitida en el espacio, Estudio 1, con actuación de Julián Mateos, María Massip, Luisa Sala, Pilar Muñoz, Carmen Sáez, José María Caffarel, Francisco Pierrá, Francisco Merino, José Sepúlveda, Naftali Fuertes y Fernando Rey.

En mayo de 1972, volvió a grabarse para Estudio 1, esta vez con Irene Gutiérrez Caba, Julián Mateos, Julieta Serrano, Francisco Pierrá, Tomás Blanco, Pilar Puchol, Victorico Fuentes, Mercedes Borqué, Estanis González, José Luis Argüello, José María Prada (Trigorin).

En 1981 se estrenó en el Teatro Bellas Artes de Madrid una adaptación de Enrique Llovet, que interpretaron María Asquerino, Ana María Barbany, María José Goyanes, Raúl Freire, Eduardo Calvo, Luis Perezagua, Elvira Quintillá, José Vivó y Pedro Mari Sánchez, con escenografía de Gerardo Vera y dirección de Manuel Collado.

En 2004, la directora Amelia Ochandiano presentó con la Compañía Teatro de la Danza una versión protagonizada por Roberto Enríquez, Silvia Abascal, Carme Elías, Pedro Casablanc, Goizalde Núñez, Juan Antonio Quintana, Sergio Otegui, Jordi Dauder y Marta Fernández Muro, entre otros.

En 2005, la compañía Guindalera hizo una versión centrada en seis personajes protagonizada por Raúl Fernández de Pablo, María Pastor, Ana Miranda, Josep Albert, Ana Alonso y Alex Tormo

Rubén Ochandiano se encargó de una nueva versión puesta en escena en 2012 y que protagonizaron Toni Acosta, Javier Albalá, Javier Pereira, Irene Visedo y Pepe Ocio.

En España, además, debe mencionarse la versión en catalán que dirigió Josep Maria Flotats, en 1997, con un cartel encabezado por Nuria Espert, acompañada por Ariadna Gil, José María Pou y Ana María Barbany.

En el 2012, se puso en escena una versión de Daniel Veronese, con el título de. Los hijos se han dormido, interpretada por Susi Sánchez, Ginés García Millán, Miguel Rellán, Malena Alterio, Pablo Rivero, Diego Martín, Alfonso Lara, Aníbal Soto y Marina Salas.

En el 2021, en el Teatro, Quique San Francisco, de Madrid, la compañía, Los Hijos de. puso en escena una versión libre de la obra por el dramaturgo Pablo Quijano con el título de La Gaviota o los hijos de, interpretada por: Tábata Cerezo, Georgina Amorós, Alejandro Jato, Xoán Fórneas y Federico Coll.

En 2024, Sábado 13 y domingo 14 de enero a las 19 h

“GAVIOTAS” (4 actos), a partir de La Gaviota de A. Chéjov

Compañía Gritadero Teatro (Madrid) 

Dirección: Amanda Recacha y Rodolfo Sacristán 

Actrices creadoras: Sara Martínez, Eva Racionero, Amanda Recacha, y el actor Rodolfo Sacristán. 

Tenemos aquí una versión libre de La Gaviota de Chéjov.

En una finca a las afueras de Kiev, se reúnen un pequeño grupo de artistas y amigos. Amores y desamores se suceden. Carreras artísticas despegan y decaen. Unos dan sus primeros pasos; otros, los últimos. Reflexionan sobre el arte y la vida. El tiempo transcurre. Una historia sobre personas que buscan encontrar sentido a su existencia, ya sea a través del amor, del trabajo o del arte. Una comedia de enredos en la que realidad y ficción se persiguen. 

Chéjov en 1897 en Mélijovo

Antón Pávlovich Chéjov / Анто́н Па́влович Че́хов. Nacido en Taganrog, Gobernación de Yekaterinoslav, Imperio ruso; 29 de enero de 1860 y fallecido en  Badenweiler, Baden, Imperio alemán; 15 de julio de 1904. Médico, Cuentista y Dramaturgo. Encuadrado en las corrientes literarias del realismo y el naturalismo, fue un maestro del relato corto, y uno de los más importantes autores en este género en la historia de la literatura.

Como dramaturgo, Chéjov se centró en el naturalismo, aunque con ciertos toques del simbolismo. Sus piezas teatrales más conocidas son, La Gaviota (1896), Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904). En ellas Chéjov ideó una nueva técnica dramática que él llamó «de acción indirecta», fundada en la insistencia en los detalles de caracterización e interacción entre los personajes más que el argumento o la acción directa, de forma que en sus obras muchos acontecimientos dramáticos importantes tienen lugar fuera de la escena y lo que se deja sin decir muchas veces es más importante que lo que los personajes dicen y expresan realmente. 

La mala acogida que tuvo La Gaviota en el año 1896 en el teatro Aleksandrinski de San Petersburgo, casi lo desilusionó del teatro, pero esta misma obra obtuvo su reconocimiento dos años después, en 1898, gracias a la interpretación del Teatro del Arte de Moscú, dirigido por el director teatral y maestro Konstantín Stanislavski, quien no sólo triunfó con La Gaviota, sino que repitió el éxito para el autor con Tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos.

Al principio, Chéjov escribía simplemente por razones económicas, pero su ambición artística fue creciendo al introducir innovaciones que influyeron poderosamente en la evolución del relato corto. Su originalidad consiste en el uso de la técnica del monólogo —adoptada posteriormente, por James Joyce y otros escritores del modernismo anglosajón— y por el rechazo de la finalidad moral presente en la estructura de las obras tradicionales. No le preocupaban las dificultades que esto último planteaba al lector, porque consideraba que el papel del artista es hacer preguntas, no responderlas. Chéjov compaginó su carrera literaria con la Medicina; en una de sus cartas, escribió al respecto: «La Medicina es mi esposa legal; la literatura, solo mi amante».

Según el escritor estadounidense E. L. Doctorow, Chéjov posee la voz más natural de la ficción: «Sus cuentos parecen esparcirse sobre la página sin artificio, sin ninguna intención estética detrás de ellos. Y así uno ve la vida a través de sus frases».

Taganrog, donde nació Chejov, es el puerto principal del Mar de Azov. Su abuelo, Yegor Mijáilovich Chéjov, fue un antiguo y muy digno siervo o muzhik que ahorró céntimo a céntimo 875 rublos, la cantidad necesaria para poder comprar su libertad y la de sus cuatro hijos en 1841. Su padre, Pável Yegórovich Chéjov, director del coro de la parroquia y devoto cristiano ortodoxo, pero violento y demasiado entregado al alcohol, impuso a sus seis hijos, de los cuales Antón era el tercero, una disciplina férrea, que a veces adquiría rasgos despóticos, obligándolos a asistir al coro, a trabajar en el negocio familiar y a estudiar simultáneamente. Ese fue uno de los motivos por los que Chéjov siempre fue un amante de la libertad y de la independencia. 

La madre de Chéjov, Yevguéniya Yákovlevna, cuyo apellido de soltera era Morózova, era una gran cuentacuentos, y entretenía a sus hijos con historias de sus viajes junto a su padre, un comerciante de telas, por toda Rusia.

El padre de Chéjov empezó a padecer serias estrecheces económicas en 1875; su negocio quebró y se vio forzado a huir a Moscú para evitar la cárcel. Hasta que no concluyó el bachillerato en 1879, Antón no pudo reunirse allí con su familia; comenzó a estudiar Medicina en la Universidad de Moscú y, para ayudar en casa y sufragar también sus estudios pane lucrando, empezó a escribir relatos humorísticos cortos y caricaturas de la vida en Rusia bajo el pseudónimo de «Antosha Chejonté», sin demasiada veneración por el pueblo ruso o las austeras ideas tolstoianas; por eso escribió: «Algo me dice que hay más amor a la humanidad en la energía eléctrica y la máquina de vapor que en la castidad y la negativa a comer carne». No pretendía aportar un mensaje nuevo o «encantar» afectadamente, y con ese fresco descaro y falta de prejuicios fue desarrollando un género que llegará a dominar como pocos, constituyéndose en uno de los referentes del mismo de la literatura universal, junto con Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Jorge Luis Borges y Leopoldo Alas. 

Los publicaba bajo mil pseudónimos y a lo largo de toda su vida, de modo que, todavía desconocemos cuántas historias escribió Chéjov en total, aunque sí se sabe que ganó con rapidez fama de buen cronista de la vida rusa. Carta a un vecino erudito, fue el primer relato, y La novia, el último. Frente al humor y brevedad de los primeros, los últimos son largos, tristes y melancólicos. Ninguna palabra sobra en ellos. Esta economía de elementos es conocida en la técnica del relato corto como arma de Chéjov.

Chéjov se tituló como médico en 1884 y ejerció sucesivamente en los pueblos de Voskresensk, Zvenígorod y Bákino, en la gobernación de Tula, pero siguió escribiendo para diferentes semanarios. En 1885, empezó a colaborar con la Peterbúrgskaya Gazeta con artículos más elaborados que los que había redactado hasta entonces. En diciembre de ese mismo año, fue invitado a colaborar en uno de los periódicos más respetados de San Petersburgo, el Nóvoye Vremia / Tiempo Nuevo. 

En 1886, Chéjov se había convertido ya en un escritor de renombre. Ese mismo año publicó su primer libro de relatos, Cuentos de Melpómene; al año siguiente estrenó su drama Ivánov y ganó el Premio Pushkin con una colección de relatos cortos; Al anochecer. Su nueva colección, La Estepa (1888), fue igualmente bien acogida.

En 1887, a causa de los primeros síntomas de la tuberculosis que acabaría con su vida, Chéjov viajó hasta Ucrania. A su vuelta, fue cuando se reestrenó en Moscú su obra La Gaviota; que había sufrido un fracaso un año antes en el Imperial Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo, y el resonante éxito que cosechó fue debido en gran medida a la compañía del Teatro de Arte de Moscú que, dirigida por el genial actor y director de escena Konstantín Stanislavski, se había visto en la necesidad, para extraer toda la significación contenida en el texto creado por Chéjov, de crear un método interpretativo radicalmente nuevo que rompía con el tono declamatorio del teatro anterior y establecía los nuevos principios de subtexto y cuarta pared para expresar de manera adecuada las tribulaciones interiores y los sentimientos íntimos que caracterizaban a los personajes del drama psicológico y simbolista de Chéjov.

Chéjov en 1900.

Antón Pávlovich escribió tres obras más para esta compañía: Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904), todas ellas grandes éxitos, y durante sus ensayos conoció a una actriz de la compañía, Olga Knipper, que sería su esposa en 1901. 

Entre tanto, muy afectdo por el fallecimiento de su hermano Nikolái, había conseguido autorización para la experiencia más importante de su vida, el viaje en 1890 a las kátorgas de la isla de Sajalín, la más oriental del Imperio ruso, en apariencia, con libertad, aunque las autoridades procuraron limitar hábil y discretamente el campo de sus investigaciones. Se documentó muchísimo antes de aquel «viaje al infierno», como él mismo definió, al siniestro destino reservado a miles de condenados. Aquel interminable viaje, equivalente a menudo a una expedición polar, cuya ida duraba ochenta y dos días, cuando aún no existía el ferrocarril transiberiano y debía hacerse en coches de caballos, vapores y precarios carruajes, y su regreso a Moscú por el trayecto más largo, a través del océano Índico y Ceilán -que acaso Chéjov eligió para curarse de recientes horrores los ojos y el alma-, perjudicó considerablemente su salud, cuando ya se hallaba afectada por la tisis, y en cambio le proporcionó la certidumbre que necesitaba para afirmarse plenamente en sus convicciones; no se dejó engañar por los guías: la cárcel, en la brillante sociedad rusa de la época, no era una necesidad lamentable y lamentada como pretendían los altos funcionarios satisfechos, sino la consecuencia lógica de un régimen de despotismo y el fundamento de un orden despiadado. El libro que escribió sobre su experiencia en la isla del penal es probablemente la obra que más trabajo le dio, y tardaría casi cinco años en publicarlo, en 1895.

Kátorga / ка́торга, del griego: katergon, galera, o del tártaro: katargá, morirse. Era un sistema penal en la Rusia Imperial, por el cual, los prisioneros eran enviados a campos remotos en las vastas áreas deshabitadas de Siberia y sometidos a un régimen de trabajos forzados. Empezó a aplicarse en el siglo XVII y, tras la caída del Imperio ruso fue continuada por los bolcheviques, después de la Revolución de Octubre de 1917 con el Gulag hasta su abolición en 1960.

A diferencia de los Campos de Concentración, la kátorga pertenecía al sistema judicial de la Rusia Imperial, pero ambos comparten las mismas características principales: confinamiento, instalaciones muy simples -en lo que difieren de las prisiones- y trabajos forzados, usualmente trabajos pesados que requieren poca o muy poca habilidad

Una pintura de Aleksander Sochaczewski que representa la aplicación de grilletes en un campo de katorga siberiano.

Además de esta faceta como autor teatral, Chéjov continuaba destacando como autor de relatos, creando unos personajes atribulados por sus propios sentimientos, que constituyen una de las más acertadas descripciones del abanico de variopintas personas de la Rusia zarista de finales del siglo XIX y principios del XX. Entre ellos cabe destacar el relato Los campesinos, de 1897, por su realista descripción de los personajes de la dura vida rural rusa; el inquietante, La sala número seis, de 1892, y el apasionado, La dama del perrito publicado en 1899, que surgió como contraposición a Anna Karénina, de Tolstói, ya que el propio autor afirmó que no deseaba «mostrar una convención social, sino mostrar a unos seres humanos que aman, lloran, piensan y ríen. No podía censurarlos por un acto de amor». También quería con sus escritos hacer una crítica social de la clase alta, y para ello usó personajes y frases incisivas que hacían a sus lectores reflexionar sobre la sociedad en que vivían. Por ejemplo, su relato corto Boba o Cobarde, Размазня, culmina con la frase «qué fácil es derrotar al débil en este mundo». Con ello demostraba que solo las personas poderosas son libres para controlar el destino de quienes dependen de ellos para sobrevivir. Al respecto de los personajes de Chéjov, Léon Thoorens, afirma:

Sus análisis psicológicos se reducen siempre al mismo lema: la desgracia de los seres humanos es consecuencia de su cobardía ante ellos mismos. Cada existencia está fundamentada en la intimidad, y si algunas veces conserva su secreto es signo de grandeza y heroísmo, pero casi siempre esa intimidad es tan lastimosa y nimia que, pretender mantenerla es signo de necedad. Este esquema analítico se puede aplicar a La Gaviota, a El jardín de los Cerezos y a los héroes grises y opacos de muchas de sus narraciones. 

El anarquista Kropotkin describe el alcance de la escritura de Chéjov:

Nadie mejor que Chéjov ha representado el fracaso de la naturaleza humana en la civilización actual, y más especialmente el fracaso del hombre culto ante lo concreto de la vida cotidiana.

Portada de la primera edición de Las tres hermanas, con los retratos de las actrices del estreno teatral de 1901.

En 1891, hizo su primer viaje a Europa, en compañía de su editor Alekséi Suvorin, y en seis semanas visitaron Viena, Venecia, Bolonia, Florencia, Roma, Nápoles, Niza y París; donde rompió su amistad con Suvorin a causa de la postura de su periódico Novoïé Vrémia en el asunto Dreyfus: Chéjov apoyó por entero a Émile Zola, aunque apenas lo estimaba como escritor

En 1892, se compró un terreno y una casa en Mélijovo, a setenta kilómetros al sur de Moscú. Se trasladó allí con sus padres y trabajó como médico para prevenir una epidemia de cólera. 

En 1894, hizo un segundo viaje a Yalta y en 1895 tuvo su primer encuentro con León Tolstói y publicó como libro, La isla de Sajalín. En 1896, construyó la primera de tres escuelas en la zona de Mélijovo; y fue el año del estreno primero y desastroso de La Gaviota en el Teatro Imperial Aleksandrinski de San Petersburgo. 

En 1897, cayó gravemente enfermo y publicó Los campesinos; cruda visión de la vida rural, que causó furor. Pasó el invierno en Niza reponiéndose y se interesó por el caso Dreyfus. 

En 1898, murió su padre; conoció a Olga Knipper y se dedicó a recaudar fondos para paliar la hambruna que había provocado la pérdida de las cosechas en Samara, consiguiendo, con la ayuda de los maestros, clérigos y miembros de la Cruz Roja locales, suministrar más de 412.000 comidas a 3000 niños de la región. Es también el año del éxito en el reestreno de La Gaviota por la Compañía del Teatro de Arte de Moscú, en esta ocasión, como sabemos, dirigida por Konstantín Stanislavski.

A fin de recuperarse de su tuberculosis, Chéjov vendió la casa de Mélijovo en las cercanías de Moscú y se compró otra en la balnearia ciudad de Yalta, en Crimea, para reponerse en compañía de su familia, incluida su madre, que estaba tan enferma como él, con la que había vivido casi toda su vida y a la que estaba muy unido; una cocinera y el perro teckel de Olga, Schnap, recibiendo ocasionalmente la visita de su hermana, de su nuevo joven amigo el escritor Máximo Gorki y otras francamente latosas a las que con demasiada frecuencia tenía que hospedar. Adoptó a dos perros más, Túzik y Kashtanka. 

Chéjov y Maxim Gorki en Yalta en 1900.

A principios de 1899, abandonó a su editor Suvorin, con el que estaba muy descontento por los hechos ya referidos, y firmó un contrato leonino con el editor alemán Adolf Marx para publicar sus Obras Completas por setenta y cinco mil rublos, cifra enorme para la época, pero que aun así se reveló mal negocio para Chéjov. Asimismo recaudó fondos para construir un sanatorio de tuberculosos y fue elegido miembro de la Sección de Letras de la Academia de la Ciencia el 17 de enero de 1900, aunque dimitió dos años después, cuando se prohibió la designación a su amigo Gorki a causa de sus actividades políticas. Visitó a León Tolstói y viajó con Máximo Gorki por el Cáucaso. 

El 25 de mayo de 1901, contrajo matrimonio con la actriz Olga Leonárdovna Knipper, que había actuado en sus obras.

Y en febrero de 1902 concluyó su penúltimo relato, El obispo, en cuyo enfermo protagonista, el obispo Piotr, es fácil reconocer al propio escritor.

Los críticos; Skabichevski, Mijáilovski, la redacción de la revista Rússkaya mysl, lo llamaban "mirón de insectos", "profeta de la objetividad" e "indiferente". Lo acusaton de escribir anécdotas, minucias y naderías, de distanciamiento, frialdad y nula emoción respecto a sus personajes; de falta de un compromiso social claro. Chéjov se reafirmó sin embargo en su estética:

Es cierto que tengo tendencia a equilibrar los más y los menos y que esto puede parecer sospechoso. Pero no intento equilibrar el conservadurismo con el liberalismo porque ese no me parece el problema de fondo. Trato de equilibrar la mentira y la verdad de mis personajes [...] El autor no tiene por qué ser juez de los personajes ni de lo que estos dicen; solo debe ser un testigo imparcial.


El féretro con el cuerpo de Chéjov llegando a la Estación Nikoláievski de Moscú (1904).

Chéjov había pasado gran parte de sus cuarenta y cuatro años muy enfermo a causa de la tuberculosis que contrajo de sus pacientes a finales de 1880. La enfermedad lo obligaba a pasar largas temporadas en Niza, Francia, y posteriormente en Yalta, Crimea, ya que el clima templado de esta zona era más bonancible que los duros inviernos rusos.

En mayo de 1904, ya se encontraba gravemente enfermo, por lo que el 3 de junio se trasladó con su mujer Olga al spa alemán de Badenweiler, en la Selva Negra. Desde allí escribió cartas a su hermana María Chéjova –Masha-, en las que se podía apreciar que Chéjov estaba más animado. En ellas describía las comidas que le servían y los alrededores, y aseguraba que se estaba recuperando. En la última carta que llegó a redactar hablaba del modo de vestir de las mujeres alemanas. 

Falleció el 15 de julio de 1904.

Su cuerpo fue trasladado a Moscú en un vagón de tren refrigerado que se usaba para transportar ostras, hecho que disgustó mucho a Máximo Gorki. Está enterrado junto a su padre en el cementerio Novodévichi en Moscú.

Si bien Chéjov ya era reconocido en Rusia antes de su muerte, no fue internacionalmente reconocido y aclamado hasta los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando las traducciones de Constance Garnett al inglés ayudaron a popularizar su obra, que se hizo tremendamente famosa en Inglaterra. en la década de 1920 y se convirtió en todo un clásico de la escena británica

En los Estados Unidos, autores como Tennessee Williams, Raymond Carver o Arthur Miller utilizaron técnicas de Chéjov para escribir algunas de sus obras y reflejaron su influencia.

Para el escritor uruguayo Eduardo Galeano, Chéjov «escribió como diciendo nada. Y dijo todo».

OBRA

Cuento

1884: Cuentos de Melpómene

1886: Relatos abigarrados

1887: En el crepúsculo

1887: Discursos inocentes

1888: Cuentos

1889: Los niños

1890: Gente sombría

1893: La sala número seis

1894: Relatos y cuentos

1897: Campesinos y Mi vida

Teatro

En cuatro actos

1887: Ivánov

1889: El espíritu del bosque (primera versión de Tío Vania)

1896: La gaviota

1899: Tío Vania

1901: Las tres hermanas

1904: El jardín de los cerezos

1923: Platónov

En un acto

1884: En el camino real

1886: Sobre el daño que hace el tabaco

1887: El canto del cisne

1888: El oso

1888: Petición de mano

1889: Un trágico a pesar suyo

1889: La boda

1889: Tatiana Répina

1891: La noche antes del juicio

1891: El aniversario

Crónica

1895: La isla de Sajalín

Miscelánea

1921: Cuaderno de notas

2002: Sin trama y sin final

2005: Unos buenos zapatos y un cuaderno de notas. Cómo hacer un reportaje.

2008: Correspondencia (1899-1904), con Olga Knipper

2019: Sobre literatura y vida. Cartas, opiniones y pensamientos

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